«¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?» (Mat. 6:28-30).
Yo una vez era popular. Elegante. ¡Iba a la moda! Ojalá me hubieras podido ver. Corría el año 1972 y, cuando llegué a mi primer día de clases de séptimo grado, todos los ojos se posaron en mí.
Ese efecto lo lograban mis pantalones. Antes que nada, te cuento que eran pantalones acampanados, o sea, con un ancho generoso. Ya eran geniales de por sí, pero el diseño era lo que los llevaba a un nuevo nivel de audacia vanguardista. El frente de una pierna era azul, mientras que la parte de atrás de esa pierna era blanco. En la otra pierna, los colores estaban invertidos. El efecto del atuendo era mayor aún, literalmente, gracias a un par de zapatos con plataforma a dos tonos. Mientras caminaba tranquilamente hacia mi banco, quizás hasta haya sentido un poquito de lástima de los demás compañeros, que nunca podrían verse tan increíbles como me veía yo.
Ahora me doy cuenta de que era yo quien daba lástima. Nadie debería usar pantalones así a menos que esté en el circo. Casi todos los que, en algún momento, intentamos estar a la moda miramos hacia atrás, a lo que vestimos, con un poco de vergüenza. Usábamos diseños a cuadros de tela de poliéster, una tela un poco extensible que nunca se arruga, pero es horrible en todos los demás aspectos.
Todos queríamos tener el cabello largo como las estrellas de rock. Solo que nosotros terminábamos pareciéndonos menos a estrellas de rock y más a uno de esos perros melenudos de la raza lebrel afgano (búscalos en Internet para que me entiendas).
La moda está siempre en movimiento. Tienes que correr para mantenerte al día. Pero, si no tienes la energía ni el dinero para mantenerte al día con las modas, no te sientas mal. Está llegando el día en que miraremos hacia atrás, a los estilos de hoy, con risa y quizás, un poco de lástima. Así que, ¿para qué preocuparse por algo tan pasajero? Kim