Pónganse a trabajar los jóvenes que necesitan una educación, con la determinación de lograrla. No esperéis una oportunidad; hacedla. Aprovechad cualquier pequeña ocasión que se presente. Practicad la economía. No gastéis vuestros medios en la satisfacción de vuestro apetito o en buscar placeres. Decidíos a ser tan útiles y eficientes como Dios os pide que seáis. Sed cabales y fieles en todo lo que emprendáis. Aprovechad todas las ventajas que haya a vuestro alcance para fortalecer el intelecto. Combinad el estudio de los libros con el trabajo manual útil, y mediante el esfuerzo fiel, la vigilancia y la oración, obtened la sabiduría de origen celestial. Esto os dará una educación equilibrada. Así se elevará vuestro carácter, y tendréis influencia sobre otras mentes, haciéndoos capaces de dirigirlas por el sendero de la justicia y la santidad.
Si comprendiésemos plenamente nuestras oportunidades y privi- legios se podría llevar a cabo mucho más en la obra de la autoeduca- ción. La verdadera educación significa más de lo que los colegios pueden dar. Aunque no se debe descuidar el estudio de las ciencias, existe una preparación más elevada que ha de obtenerse mediante la comunión vital con Dios. Tome cada estudiante su Biblia y póngase en comunión con el gran Maestro. Edúquese y disciplínese la men- te para luchar con problemas arduos en la búsqueda de la verdad divina.