“ESPERO PASAR POR ESTE MUNDO UNA SOLA VEZ. POR ENDE, DÉJENME HACER AHORA TODO LO BUENO QUE PUEDA HACER, O TODA LA BONDAD QUE PUEDA DEMOSTRAR, PORQUE NO PASARÉ POR AQUÍ OTRA VEZ». REFRÁN CUÁQUERO
«Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia» (Col. 3:12).
Ningún miembro de la familia Méndez olvidará la semana en que la mamá dejó de lavar la ropa. En tiempos normales, la señora Méndez mantenía la lavadora funcionando de tal modo que todos tenían pilas de ropa limpia y lista para usar y montañas de toallas recién lavadas en el baño. Pero esa semana, ella dejó de hacerlo. El pequeño Tony se quedó sin medias para ponerse. Y odio tener que mencionarlo, pero el señor Méndez se quedó sin ropa interior limpia.
Todo comenzó cuando la familia Méndez se mudó a una casa que había estado vacía por un año. La mamá puso la primera carga de ropa en la secadora y, cuando la revisó, la ropa estaba calentita, pero mojada. Una hora después, seguía caliente y húmeda como un verano en el Trópico. Dos horas después, lo mismo.
¿Qué estaba sucediendo con aquella misteriosa máquina secadora de ropa? Cuando papá fue a investigar, descubrió que el nido de un pájaro estaba tapando la salida del aire caliente de la máquina. Le pidió a Tony que lo quitara de allí. Tony se subió a una escalera para llegar hasta la salida y, al mirar hacia adentro, vio a tres pichoncitos dentro del nido. No tenían plumas, pero estaban calentitos en su nido. Fue entonces cuando la mamá decidió que no lavarían más ropa hasta que aquellas aves abandonaran el nido. Así que la familia pasó un tiempo sin ropa limpia. Tuvieron que buscar un poco para encontrar una remera o un par de medias no tan olorosas, pero sobrevivieron. Y las aves también. Para ellos, la prioridad fue cuidar de la creación de Dios ejerciendo la paciencia y la amabilidad con otros seres vivos. Kim