«La fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios». Romanos 10:17. Las Escrituras constituyen el gran agente en la transformación del carácter. Cristo oró: «Santificarlos en tu verdad: tu palabra es verdad». Juan 17:17. Si se la estudia y obedece, la Palabra de Dios obra en el corazón, subyugando todo atributo no santificado. El Espíritu Santo viene a convencer del pecado, y la fe que nace en el corazón obra por amor a Cristo, y nos conforma en cuerpo, alma y espíritu a su propia imagen. Entonces Dios puede usarnos para hacer su voluntad. El poder que se nos da obra desde adentro hacia afuera, induciéndonos a comunicar a otros la verdad que nos ha sido transmitida.
Las verdades de la Palabra de Dios hacen frente a la gran necesidad práctica del hombre: la conversión del alma por medio de la fe. No ha de pensarse que estos grandes principios son demasiado puros y santos para ser aplicados en la vida diaria. Son verdades que llegan al cielo y alcanzan la eternidad; y sin embargo, su influencia vital ha de ser entretejida en la experiencia humana. Han de compenetrar todas las grandes y pequeñas cosas de la vida (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 71, 72).
Si los que profesan pertenecer a Dios recibiesen la luz tal cual brilla sobre ellos al dimanar de su Palabra, alcanzarían esa unidad por la cual oró Cristo y que el apóstol describe como «la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». «Hay ‑dice‑ un mismo cuerpo, y un mismo espíritu, así como fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo». Efesios 4:3-5 (El conflicto de los siglos, p. 377).
En obediencia a este mandamiento, Pablo y Bernabé declararon a los judíos: «A vosotros a la verdad era menester que se os hablase la palabra de Dios; mas pues que la desecháis, y os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: «Te he puesto para luz de los gentiles, para que seas salud hasta lo postrero de la tierra». Y los gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor: y creyeron todos los que estaban ordenados para la vida eterna». Hechos 13:46-48.
El mensaje evangélico proclamado por los discípulos de Cristo fue el anunció de su primer advenimiento al mundo. Llevó a los hombres las buenas nuevas de la salvación por medio de la fe en él. Señalaba hacia su segundo advenimiento en gloria para redimir a su pueblo, y colocaba ante los hombres la esperanza, por medio de la fe y la obediencia, de compartir la herencia de los santos en luz. Este mensaje se da a los hombres hoy en día, y en esta época va unido con el anunció de que la segunda venida de Cristo es inminente. Las señales que él mismo dio de su aparición se han cumplido, y por la enseñanza de la Palabra de Dios, podemos saber que el Señor está a las puertas (Palabras de vida del gran Maestro, p. 179).
Notas de Ellen G. White para la Escuela Sabática 2020.
3er. trimestre 2020 “HACER AMIGOS PARA DIOS”
Lección 5: «TESTIFICAR CON EL PODER DEL ESPÍRITU»
Colaboradores: Rosalyn Angulo & Esther Jiménez