Cantaré al Señor mientras viva. ¡Alabaré a mi Dios hasta mi último suspiro! Salmos 104:33, NTV.
Si existe un caso de alabanza a Dios en la Biblia que sorprende por lo difícil de la situación en que se encontraban las personas que cantaban al Señor es el de Pablo y Silas, que se narra en el capítulo 16 de Hechos. En primer lugar, ambos discípulos fueron llevados ante las autoridades de Filipos, acusados de alborotar la ciudad con sus enseñanzas y costumbres. La gente se levantó contra ellos, les quitaron la ropa y los azotaron con varas (vers. 22). Después de haberlos azotado mucho (cosa de la que Pablo habría podido librarse por ser ciudadano romano pero no usó esa razón en su defensa), los metieron en la cárcel, en el lugar más profundo y con los pies sujetos a un cepo (vers. 23-24). Aquí tenemos a dos discípulos fieles de Cristo encerrados en un lugar de la cárcel donde no llegaban la luz ni el aire, con el cuerpo dolorido por los azotes recibidos y los pies sujetos por cepos para que no pudieran escaparse.
Sin embargo, «a eso de la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios» (vers. 25). Las condiciones eran atroces, eso explica por qué no podían dormir; pero ¿cómo explicamos que, en esas condiciones, pudieran orar y cantar al Señor? Todo un ejemplo para nosotras hoy, dos mil años después. Los hábitos que tenían estos dos hombres no se vieron alterados por las circunstancias más sombrías. Es posible estar en lo más hondo del pozo y, aun así, reconocer que Dios todo lo sabe, todo lo puede, y nos da las fuerzas que necesitamos para sobrellevar el dolor.
¿Te imaginas qué pasaría por las mentes de «los otros presos que estaban escuchando» (vers. 25)? Pocas veces en una prisión se oirían sonidos que no fueran quejas, insultos y malas palabras. Pero he aquí que dos hombres de bien, acusados injustamente de estar haciendo el mal, sufriendo física y emocionalmente, tienen la entereza de cantar, orar, alabar a Dios, dando así un testimonio contundente de lo que el Señor hace por sus hijos fieles.
¿Qué palabras salen de tu boca cuando estás pasando una dura prueba? Son palabras de oración, de alabanza, de bendición, paciencia y esperanza? ¿O tal vez todo lo contrario? Con la ayuda de Dios, podemos crecer mucho en nuestros hábitos de alabanza.