«Como el Señor le había hablado, Agar le puso por nombre El Dios que me ve’, pues se decía: ‘Ahora he visto al que me ve»‘ (Gén. 16:13).
¡Los hermanos! Pueden ser molestos, ¿verdad? Como el alumno de segundo año de secundaria que le hizo una jugarreta a su hermana, reemplazando sus dos peces de color naranja por zanahorias chiquititas. Luego se puso a esperar para ver cuánto tardaría ella en darse cuenta.
A los tres días, publicó una foto en Twitter comentando que ella todavía no había notado el cambio. Pronto tenía doscientos mil «me gusta» en su publiación. «Bueno… a tu hermana le importan un rábano sus peces», bromeó un usuario de Twitter. Otros querían saber qué había sucedido con los peces. El muchacho publicó una foto de ellos a salvo, nadando en otra pecera.
Mientras el hermano se convirtió en una sensación en Internet y le llovían los pedidos para aparecer en programas de entrevistas, la hermana tardó un día más en darse cuenta de que los dos objetos naranja de su pecera no se movían. Me pregunto cómo se sentían esos peces. ¿Alguna vez te sientes invisible, como que nadie se daría cuenta si te reemplazaran por un maniquí?
Hay buenas noticias para ti en la historia de Abraham y Sara. La Biblia dice que ellos tenían una esclava egipcia llamada Agar. Ella había protagonizado un escándalo en el campamento, y Sara había sido dura con ella. Así que Agar huyó al desierto. Estaba sola y lista para morir cuando el Ángel del Señor se le apareció y la animó. Allí mismo, Agar creó un nuevo nombre para Dios. Lo llamó «El-Roi», que significa «El Dios que ve».
Cada vez que te sientas invisible, recuerda que Dios es el Dios que ve. Él te ve; no para juzgar, sino porque se preocupa por ti. Si alguien tratara de reemplazarte por un maniquí, Dios sería el primero en darse cuenta. Kim