«Después de estas cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió a Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención de conquistarlas. Viendo, pues, Ezequías la venida de Senaquerib, y su intención de combatir a Jerusalén, tuvo consejo con sus príncipes y con sus hombres valientes, para cegar las fuentes de agua que es ta ban fuera de la ciudad; y ellos le apoyaron. […] Después con ánimo resuelto edificó Ezequías todos los muros caídos, e hizo alzar las torres […] y también hizo muchas espadas y escudos. «Y puso capitanes de guerra sobre el pueblo, y los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló al corazón de ellos, diciendo: “Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él. Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios para ayudarnos y pelear nuestras batallas”. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá. «Después de esto, Senaquerib rey de los asirios, mientras sitiaba a Laquis con todas sus fuerzas, envió sus siervos a Jerusalén para decir a Ezequías rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén: «Así ha dicho Senaquerib rey de los asirios: “¿En quién confiáis vosotros, al resistir el sitio en Jerusalén? ¿No os engaña Ezequías para entregaros a muerte, a hambre y a sed […]? ¿No habéis sabido lo que yo y mis padres hemos hecho a todos los pueblos de la tierra? ¿Pudieron los dioses de las naciones de esas tierras librar su tierra de mi mano? […] Ningún dios de todas aquellas naciones y reinos pudo librar a su pueblo de mis manos, y de las manos de mis padres, ¿cuánto menos vuestro Dios os podrá librar de mi mano?” […] «Mas el rey Ezequías y el profeta Isaías hijo de Amoz oraron por esto, y clamaron al cielo. Y Jehová envió un ángel, el cual destruyó a todo valiente y esforzado, y a los jefes y capitanes en el campamento del rey de Asiria. Este se volvió, por tanto, avergonzado a su tierra; y entrando en el templo de su dios, allí lo mataron a espada sus propios hijos.«Así salvó Jehová a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todos lados». (2 Crónicas 32: 1-22).
APLÍCALA A TU VIDA
El sitio era una táctica de guerra muy popular en los días de las ciudades amuralladas. Simplemente ubicabas al ejército afuera de la ciudad enemiga y esperabas a que se rindieran o se le acabaran los alimentos. Este era el plan de Senaquerib para conquistar la ciudad de Jerusalén. Por supuesto, si tú eras el que esperaba afuera de la ciudad, tus soldados se podrían aburrir, enfermar o simplemente alejarse por la falta de acción. Así que el ejército atacante hacía cuanto estuviera en su poder para que el efecto del sitio se acelerara. Esto incluía enviar mensajes para debilitar la moral de los que estaban dentro de los muros. El mensaje de Senaquerib al pueblo de Jerusalén acertó en el mismo corazón de su esperanza, es decir, la fe de Ezequías en Dios.
¿Qué les recordó Senaquerib a los judíos para hacer que se debilitara su fe?
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Los ejércitos asirios habían experimentado un éxito inmenso. Ninguno de los dioses de las naciones que habían conquistado pudieron con ellos. Pero el Dios de Israel no se parecía a los otros dioses. Él era verdadero, estaba listo y tenía la capacidad de defender a su pueblo.
Lección de Escuela Sabática para Jóvenes.
2do. trimestre 2020 “AMOR NO CORRESPONDIDO”
Lección 11: «Diferente a otros dioses»
Colaboradores: Gisela B. Barbosa & Antonio Orellana