Doy gracias a nuestro Señor Jesucristo, quien me ha fortalecido, porque me consideró digno de confianza para su servicio. 1 Timoteo 1:12, PDT.
Era la noche del 30 de octubre de 2002, cuando un grupo de estudiantes de la Escuela de Medicina de la Pontificia Universidad Católica de Chile viajaba en tren para asistir a los juegos interescolares de medicina del país. Daniela estaba finalizando el cuarto año de estudios y sus cualidades como deportista hacían muy valiosa su participación. Pero una hora después de haber iniciado el trayecto, mientras trataba de cambiar de vagón, inesperadamente cayó del tren quedando tendida sobre las vías. Aunque no sintió dolor, se percató que tenía su frente lastimada e intentó tocarse la herida, pero no lo consiguió. Entonces quiso incorporarse en medio de la penumbra y horrorizada ¡se dio cuenta de que tenía mutiladas sus cuatro extremidades! Pensando que, si pasaba otro tren, acabaría con su vida, se dio vueltas hasta alejarse un poco de los rieles. Entonces comenzó a gritar pidiendo auxilio. Afortunadamente, la ayuda no se demoró en llegar. A pesar de haber perdido mucha sangre, lograron estabilizarla. Pasó las semanas siguientes en el hospital y algunos meses más tarde ingresó a un centro especializado de rehabilitación donde recibió sus primeras prótesis. Especial simpatía sintió por el médico jefe de la unidad, que en su mano derecha también llevaba puesta una prótesis. Aunque consciente de la inexorable pérdida, este doctor produjo un cambio en la vida de Daniela, al decirle:
Tu vida será lo que hagas con ella.
Según cuenta en su libro autobiográfico Elegí vivir, Daniela García decidió sobreponerse a todas las dificultades. Cada obstáculo fue tomado como un desafío y, con esfuerzo y perseverancia, llegó a ser la primera médica cuadrilateralmente amputada del mundo.
La fortaleza y el optimismo con que Daniela enfrentó el accidente y llevó adelante el proceso de rehabilitación ha sido motivo de admiración. No obstante, mucho más admirable es lo que esta joven hizo posteriormente con su vida: se dedicó a la rehabilitación de niños con discapacidades y lesiones físicas. Nadie más sensible que ella para comprender ese tipo de sufrimientos; nadie mejor para infundirles el valor y la esperanza necesarios para seguir adelante.
Hay tragedias que son muy difíciles de comprender. Aun así, es posible ver en una dolorosa experiencia, una ganancia invaluable, capaz de orientar la vida y mejorar las posibilidades de servir. Ruega a Dios que transforme tus desdichas en preciosos instrumentos para el bien de los demás. Verás que, a través del servicio, posiblemente en esa misma faceta encontrarás la mejor manera de vivir.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez