Me dirijo a vosotros, jóvenes: Sed fieles. Haced de corazón vuestro trabajo. No imitéis a los que son perezosos y prestan un servicio a medias. Las acciones, repetidas con frecuencia, forman los hábitos; los hábitos forman el carácter. Llevad a cabo pacientemente los pequeños deberes de la vida. Mientras no deis la importancia que corresponde a la fidelidad en los pequeños deberes, no será satisfactoria la edificación de vuestro carácter. A la vista del Omnipotente, todo deber es importante. El Señor ha dicho: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel”.* En la vida de un verdadero cristiano, no hay cosas sin importancia.
Muchos que dicen ser cristianos están obrando en oposición a Dios. Muchos esperan que se les presente una gran obra que hacer. Diariamente pierden oportunidades de mostrar su fidelidad a Dios; diariamente dejan de desempeñar de todo corazón los pequeños deberes de la vida, que les parecen sin interés. Pasa su vida mientras esperan alguna gran obra en la cual puedan ejercitar sus supuestos grandes talentos y así satisfacer sus ambiciosos anhelos.
Queridos jóvenes amigos, haced la obra que tengáis más a mano. Dirigid vuestra atención hacia algún humilde ramo de trabajo que esté a vuestro alcance. Poned vuestra mente y vuestro corazón en la ejecución de ese trabajo. Forzad vuestros pensamientos a actuar inteligentemente en relación con las cosas que podéis hacer en vuestra casa. De este modo os estaréis preparando para ser de mayor utilidad. Recordad que está escrito acerca del rey Ezequías: “En todo cuanto emprendió…, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado”.**