«Respondió Jesús: «De cierto, de cierto te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: ‘Os es necesario nacer de nuevo’. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo aquel que nace del Espíritu»». Juan 3: 5-8
NINGÚN INVENTO HUMANO puede producir un remedio espiritual. […] La fuente del corazón debe ser purificada antes que los raudales puedan ser puros. El que está tratando de alcanzar el cielo por sus propias obras, observando la ley, está intentando lo imposible. No hay seguridad para el que tenga solo una religión legalista, una pie-dad formal únicamente.
La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo. [—]
Se oye el efecto del viento sobre los árboles, por el susurro que produce en las hojas y las flores; sin embargo es invisible, y nadie sabe «de dónde viene ni a dónde va» (Juan 3: 8). Así sucede con la acción del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los movimientos del viento.
Puede ser que alguien no pueda decir exactamente la ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su conversión; pero esto no significa que no se haya convertido. Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe, se hacen impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Dichas impresiones pueden ser recibidas meditando en él, leyendo las Escrituras, u oyendo la palabra del predicador viviente. Repentinamente, al presentar el Espíritu un llama-miento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús. Podemos conocer aquí por experiencia personal el comienzo de la redención.— El Deseado de todas las gentes, cap. 17, pp. 148-149.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «Para Familiarizarnos con las acciones de Dios» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez