Leemos en la Biblia: «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mat. 6: 33, RV95). Aunque esta es la frase con la que estamos más familiarizados, es apenas la conclusión de todo el pasaje en el que Jesús predicó sobre qué es lo que debería preocuparnos verdaderamente. En Mateo 6: 25 dice que no nos preocupemos por lo que hemos de comer o de beber; en el versículo 28, menciona que no nos preocupemos por la ropa que nos hemos de poner; en el versículo 34 habla de no preocuparse por el futuro. Estas son las cosas por las que el mundo se preocupa. En otras palabras, son las preocupaciones centrales en torno a las cuales giran las economías, los gobiernos, las sociedades y las civilizaciones. La adquisición de bienes, asegurar la paz y garantizar la existencia futura es lo que ha impulsado a las culturas a lo largo de la historia. Todo esto se vuelve central cuando el interés espiritual se convierte en periférico. En su sermón, Jesús predicó que hemos de invertir esta perspectiva.
En lugar de «estas cosas», Jesús colocó el reino de Dios y su justicia (su carácter); eso es lo central, el lugar donde debe estar el foco. Él enseña que «estas cosas» (la comida, la ropa, el futuro) no pueden ser el aspecto central de nuestra vida, porque podemos perderlas fácilmente. Cristo está haciendo una declaración crucial para sus discípulos: aunque el Padre sabe que necesitamos todo esto, si nosotros nos enfocamos en «estas cosas», nos serán arrebatadas por el moho, la polilla y los ladrones. Otra manera de entender esto es que el tiempo disminuirá el valor de estas cosas (moho); si no es el tiempo el que les resta valor, entonces lo harán otros organismos naturales (la polilla); si no son estos organismos, entonces serán personas u organizaciones (ladrones).
Ya se trate de la fama, la belleza, la riqueza, el vigor físico, las relaciones interpersonales, la familia, la seguridad o cualquier otra cosa debajo del sol, Cristo nos está diciendo que el tiempo, entre otras cosas, les robarán el valor que les conferimos. Todo esto, si bien es importante, debe pertenecer al ámbito de nuestra visión periférica, no al ámbito de nuestra visión central. No hemos de enfocar nuestra vista en ello.
Si damos a «estas cosas» una importancia central, nos sucederá lo siguiente:
Dedicaremos más energías y recursos (innecesarios) a alcanzarlas, cuando Cristo nos aconseja precisamente todo lo contrario.
Una vez que las adquirimos, correremos el riesgo de perderlas.
No producen lo que las esperanzas del corazón anhelan.
Si ponemos a Dios en primer lugar, entonces, él mismo nos las añadirá. Además, estarán seguras en el cielo (ver Mat. 6: 20) donde ni el moho, ni la polilla ni los ladrones no pueden afectarlas. Finalmente, colocar a Dios en nuestra visión central depende de nuestra relación con él, por eso el versículo 32 dice: «Vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas».
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¿Hay algo que sea central en tu vida y haya desplazado a Dios del lugar que le corresponde?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020. 1er trimestre 2020 “Cómo descubrir el proposito de Dios para tu vida” Lección 13: «BUSCAD PRIMERO« Colaboradores: Hidai Juarez S & Misael Morillo