«Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. Pero por esto fui recibido a misericordia, para que jesucristo mostrara en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna. Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén». 1 Timoteo 1: 15-17
AL SAULO ENTREGARSE completamente al convincente poder del Espíritu Santo, vio los errores de su vida, y reconoció los amplios requerimientos de la ley de Dios. El que había sido un orgulloso fariseo, confiado en que lo justificaban sus buenas obras, se postró ahora delante de Dios con la humildad y la sencillez de un niñito, confesando su propia indignidad, e invocando los méritos de un Salvador crucificado y resucitado.
El anhelo de Saulo fue ponerse en completa armonía y comunión con el Padre y el Hijo; y en la intensidad de su deseo de obtener perdón y aceptación, elevó fervientes súplicas al trono de la gracia. Las oraciones del arrepentido fariseo no fueron inútiles. Sus recónditos pensamientos y sentimientos fueron transformados por la gracia divina; y sus facultades más nobles fueron puestas en armonía con los propósitos eternos de Dios. […]
La conversión de Saulo es una impresionante evidencia del poder milagroso del Espíritu Santo para convencer de pecado a los seres humanos. Él sinceramente había creído que Jesús de Nazaret había menospreciado la ley de Dios, y que había enseñado a sus discípulos que ya no estaba en vigor. Pero después de su conversión, Saulo reconoció a Jesús como Aquel que había venido al mundo con el propósito de vindicar la ley de su Padre. Estaba convencido de que Jesús era el originador de todo el sistema judío de los sacrificios.— Los hechos de los apóstoles, cap.12, p. 92.
Jesús podría haber actuado directamente en favor de Pablo. Pero ese no era su plan. Pablo tenía un deber que cumplir en lo referente a confesarse ante los hombres cuya destrucción había premeditado, y Dios iba a encomendar una obra de responsabilidad a aquellos a quienes había ordenado que actuaran en su lugar.— Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 474.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «Para Familiarizarnos con el juicio de Dios» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez