«No me pesa haberles causado tristeza con mi carta. […] Ahora me alegro, no de haberlos entristecido, sino de que esa tristeza haya servido para que ustedes cambien de actitud. […] Y es que si la tristeza está en conformidad con la voluntad de Dios, produce un saludable cambio de actitud del que no hay que lamentarse; en cambio, la tristeza producida por el mundo ocasiona la muerte». 2 Corintios 7: 8-10, LPH
DIOS NOS REVELA nuestra culpabilidad a fin de que nos refugiemos en Cristo, para que por él seamos liberados de la esclavitud del pecado, y así nos regocijemos en «la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rom. 8: 21, NBV). Con sincero arrepentimiento podemos llegar al pie de la cruz y depositar allí nuestras cargas. […]
Las dificultades son los instrumentos que Dios usa para eliminar de nuestro carácter toda impureza y tosquedad. Mientras nos labran, escuadran, cincelan, pulen y bruñen, el proceso resulta penoso, y es duro ser oprimido contra el esmeril. Pero la piedra sale preparada para ocupar su lugar en el templo celestial. El Señor no ejecuta trabajo tan consumado y cuidadoso en material inútil, sino únicamente con los mejores para que «sean […] como columnas labradas para adornar un palacio» (Sal. 144: 12, NBV).
El Señor actuará a favor de todos los que depositen su confianza en él. Los fieles ganarán grandes victorias, aprenderán lecciones de gran valor y tendrán experiencias de gran utilidad.— El discurso maestro de Jesucristo, cap. 2, pp. 25-27.
Cristo es el Redentor amante y compasivo. Los hombres y las mujeres se fortalecen en su divino poder sustentador para ellos resistir el mal. Cuando el pecador es convencido de su culpa, se percata entonces de lo extremadamente maligno que es el pecado. Se pregunta por qué no acudió antes a Cristo. Comprende que tiene que vencer sus faltas, y que sus apetitos y pasiones deben ser sometidos a la voluntad de Dios, a fin de que podamos ser «participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones» (2 Ped. 1: 4). Habiéndose arrepentido de su transgresión de la ley de Dios, se esfuerza con fervor para vencer el pecado; y procura revelar el poder de la gracia de Cristo y se pone en contacto personal con el Salvador.— Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 121..
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «Para Familiarizarnos con el juicio de Dios» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez