«En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: “San to, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria”. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: “¡Ay de mí!
que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos”. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: “He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado”. Después oí la voz del Señor, que decía: “¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?” Entonces respondí yo: “Heme aquí, envíame a mí”. Y dijo: “Anda, y di a este pueblo: ‘Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad’”. Y yo dije: “¿Hasta cuándo, Señor?” Y respondió él: “Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; hasta que Jehová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. Y si quedare aún en ella la décima parte, esta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa”». (Isaías 6)
APLÍCALA A TU VIDA
Después de leer el versículo y el relato del llamamiento de Isaías, ¿cuál crees que sea la lección más importante? Hay dos palabras bastante importantes que van unidas con la historia: arrepentimiento y perdón. El arrepentimiento es el acto de re conocer nuestro pecado y aceptar que necesitamos a un Salvador para liberarnos de ese pecado. El perdón es el acto de Dios de justificarnos y restablecer nuestra relación con él. Además, vemos que Dios mismo está dispuesto a perdonarnos nuestros pecados para que salgamos a hacer la tarea que él nos enco mienda realizar. El texto muestra que el perdón y la justificación vienen directamente de Dios, así como el ángel que tomó el carbón encendido y con él tocó los labios de Isaías.