«Tú has actuado con justicia en todo lo que nos ha sucedido, porque tú haces todo con rectitud; nosotros, en cambio, hemos hecho lo malo. Ninguno de nuestros antepasados cumplió la ley: ni nuestros reyes, ni nuestros príncipes, ni nuestros sacerdotes ni nuestros padres. Ninguno de ellos obedeció tus mandamientos ni escuchó tus reprensiones». Nehemías 9: 33-34, RVC
ABRUMADO POR LA TRISTEZA, Nehemías no podía comer ni beber. Confiesa: «Lloré, hice duelo por algunos días, ayuné y oré delante del Dios de los cielos» (Neh. 1: 4). Fielmente, confesó sus pecados y los pecados de su pueblo. Rogó a Dios que sostuviera la causa de Israel, que devolviera a su pueblo valor y fortaleza, y lo ayudara a edificar los lugares asolados de Judá. Mientras Nehemías oraba, se fortalecieron su fe y su valor. […]
La posibilidad de orar como oró Nehemías en el momento de su necesidad es un recurso del cual dispone el cristiano en circunstancias en que otras formas de oración pueden resultar imposibles.
Al cumplir con nuestras labores cotidianas, apremiados y casi abrumados de perplejidad, podemos elevar a Dios una plegaria para ser guiados divinamente. Cuando los que viajan, por mar o por tierra, se ven amenazados por algún peligro, pueden entregarse así a la protección del cielo. En momentos de dificultad o peligro repentino, el corazón puede clamar por ayuda a Aquel que se ha comprometido a acudir en auxilio de sus hijos fieles cuando lo invoquen.
En cualquier momento y circunstancia, el alma cargada de pesar y preocupaciones, o fieramente asaltada por la tentación, puede hallar seguridad, apoyo y socorro en el amor y el poder inagotables de un Dios que guarda su pacto. […]
Este ejemplo de sabia previsión y de acción decidida debe ser una lección para todos los cristianos. Los hijos de Dios necesitan no solamente orar con fe, sino también trabajar con cuidado diligente y prudente.— Profetas y reyes, cap. 52, pp. 424-426.
Devocional Vespertino Para 2020. «Conocer al Dios Verdadero» «Para Familiarizarnos con el juicio de Dios» Por: Elena G. de White Colaboradores: Pilita Mariscal & Martha Gonzalez