Haya, pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: el, siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Filipenses 2:5-8.
El reconocido educador afroamericano Booker T. Washington escribió una extraordinaria autobiografía bajo el título Ascenso desde la esclavitud. Siendo hijo de una esclava, su historia comienza en un plantío de Virginia (EE. UU), transcurriendo su infancia, entre penurias y miseria: su casa era una choza, su cama, unos trapos viejos ubicados sobre el piso de tierra, los juguetes eran inexistentes y la comida, escasa, débil y fugaz. No conoció a su padre ni abuelos y, luego de la abolición de la esclavitud, la pobreza y la discriminación siguieron acompañándolo por largo tiempo. A pesar de su condición, en su corazón crecía el deseo de educarse y, posteriormente, educar a cuantos congéneres pudiese. Realizó todo tipo de trabajos con el fin de alcanzar su sueño. Poco a poco, con perseverancia, esfuerzo y dedicación, junto con el apoyo de personas nobles y sobre todo con la fortaleza que encontraba en Dios, fue avanzando hasta llegar a ser director del Instituto Normal e Industrial de Tuskegee. La universidad de los negros, como fue llamada la institución, llegó a contar con más de un millón de alumnos y un centenar de personas a su cargo. Booker T. Washington fue, además, un gran orador que fue homenajeado por distintos representantes de estados (incluyendo los presidentes Cleveland y McKinley), con el fin de consolidar lazos y derribar barreras entre blancos y negros hacia fines del siglo XIX.
Salir de la servidumbre comportó una firmeza de propósito y mucha fuerza de voluntad; además de una confianza en el porvenir, sustentada en la dirección de Dios. Él mismo escribió: A los que me preguntan cómo puedo tener confianza en el porvenir de mi raza … dadas las condiciones aparentemente desesperadas… les recuerdo las vicisitudes a que nos ha sometido y de que nos ha sacado siempre con bien la Providencia».
Al igual que Washington, muchos hombres y mujeres humildes han ascendido hacia la cumbre de su potencial de diversas maneras. Sin embargo, el Hijo de Dios, recorrió voluntariamente un camino inverso en un descenso hacia el Jesús, siendo en forma de Dios, tomó la forma de siervo haciéndose obediente hasta la muerte. Descendió hasta lo más bajo de la humanidad, por amor a ti y a mí. ¿Estaremos dispuestos a imitarlo?
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2020 «Buena Medicina es el Corazón Alegre» Por: Julián Melgosa – Laura Fidanza.
Colaboradores: Ricardo Vela & Esther Jiménez