«Las palabras de los perversos son como una emboscada mortal, pero las palabras de los justos salvan vidas» (Prov. 12:6, NTV).
Era ya el comienzo de la temporada de esquí en los Alpes suizos. Todo iba bien en un hotel de lujo hasta que los huéspedes se acercaron a la recepción diciendo que no podían entrar en sus habitaciones. Las tarjetas de acceso no funcionaban. Los botones no podían abrir ninguna habitación, y tampoco los administrativos. ¿Qué estaba sucediendo?
Pronto descubrieron que unos hackers habían accedido al sistema de llaves electrónicas y habían amenazado con mantenerlos «secuestrados» hasta que recibieran 1,800 dólares como rescate. El hotel tenía casi 200 huéspedes que no querían dormir en los pasillos, así que los hackers obtuvieron su dinero. ¡Menudos delincuentes tan inteligentes!
Mientras tanto, en el norte de África, justo sobre el desierto del Sahara, se estaba desplegando nueva tecnología en la ladera de una montaña. Era una serie de redes para obtener agua de la niebla que a menudo cubre la montaña. Una red CloudFisher del tamaño de una cartelera publicitaria, desarrollada por escuelas tecnológicas en Alemania, puede atrapar 1,300 litros de agua pura por día.
El agua de la niebla se condensa en los delgados cables de acero que componen las redes, de manera similar a como el rocío cae sobre el pasto. Entonces, el agua se escurre por los cables hasta los depósitos de recolección. Desde allí, hay caños que llevan el agua a pueblos cercanos. Las mujeres y los niños de esas comunidades están especialmente agradecidos por las redes CloudFisher. Solían pasar cuatro horas por día transportando jarrones de agua sobre la cabeza desde los pozos a sus hogares, donde la utilizaban para suplir las necesidades de la familia y el ganado.
¡Qué inteligentes las personas que lograron hacer eso! Utilizaron el cerebro para ayudar a otros.
Ya sea que te sobre la inteligencia, o que apenas tengas la suficiente, tienes la misma posibilidad que todos: puedes utilizarla para aprovecharte de la gente, o puedes pensar de qué modo ayudarla. Siempre puedes elegir pasar por una puerta o por la otra, porque Dios siempre se asegura de que ambas estén abiertas. Kim