El Señor reconocerá todo esfuerzo que hagáis para alcanzar el ideal que él tiene para vosotros. Cuando fracaséis, cuando por traición seáis inducidos a pecar, no os sintáis imposibilitados para orar, no os sintáis indignos de presentaros ante el Señor. “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo”. El espera con brazos extendidos para dar la bienvenida al hijo pródigo. Id a él y contadle vuestros errores y fracasos. Pedidle que os fortifique para un renovado esfuerzo. Nunca os chasqueará, nunca burlará vuestra confianza. Tendréis pruebas. De ese modo pule el Señor la tosquedad de vuestro carácter. No murmuréis. Con vuestras quejas hacéis más dura la prueba. Honrad a Dios con una sumisión alegre. Soportad pacientemente la presión.
Aunque seáis perjudicados, mantened el amor de Dios en el corazón. “Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño. Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela. Los ojos de Jehová están sobre los justos, y atentos sus oídos al clamor de ellos” Guardaos de dar pasos desesperados; el día más oscuro habrá pasado si esperáis hasta mañana”. En quietud y en confianza será vuestrafortaleza” Cristo conoce la fuerza de vuestras tentaciones y de vuestro poder para resistir. Su mano está siempre tendida con compasiva ternura hacia cada criatura que sufre. Dice a los tentados y desanimados: Hijo por quien he sufrido y muerto, ¿no puedes tenerconfianza en mí? “Como tus días serán tus fuerzas”. “Encomienda a Jehová tu camino, y confía en él; y él hará”. El será para vosotros como la sombra de una gran roca en una región desierta. Dice: “Venid a mí…, que yo os haré descansar”, con el descanso que el mundo no puede dar ni quitar. No se puede describir con palabras el gozo y la paz de aquel que acepta al pie de la letra lo que Dios dice. Las pruebas no lo perturban, los desaires no le afectan. Ha crucificado el yo. Día tras día pueden hacerse sus deberes más abrumadores, sus tentaciones más fuertes, sus pruebas más severas; pero no vacila, pues recibe fuerza igual a su necesidad (Youth’s Instructor, junio 26, 1902).