Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. Mateo 24: 46
Las experiencias que vivieron algunas iglesias adventistas a medida que se acercaba al año 2000 no fueron agradables. Algunos miembros creyeron que Jesús vendría al final de ese año. Según ellos, «estar listos» significaba conocer muy bien las señales del tiempo del fin, estudiar las profecías y fijar la fecha de su regreso. Conocí algunos que vendieron sus propiedades y se fueron a vivir a las montañas. Otros abandonaron sus estudios universitarios. Un joven canceló su boda. Otros se dedicaron con fanática determinación a atacar a quienes no pensaban como ellos.
Ser adventista significa mucho más que conocer las señales de los tiempos. Significa velar. En otras palabras, significa vivir de cierta manera porque se cree que Jesús vendrá muy pronto. El propósito del sermón de Mateo 24 no es satisfacer nuestra curiosidad acerca del fin, sino recordarnos que necesitamos velar. Jesús no nos dejó en tinieblas en cuanto al significado de sus palabras. Explicó con claridad lo que significa velar y estar listo. Habló del siervo fiel y prudente que sirve la comida a tiempo. Habló también del siervo malo que cree que su Señor no regresará pronto y que, por lo tanto, comienza a golpear a sus consiervos, y a comer y a beber con los borrachos.
¿Cuál es el problema del siervo malo? Se dijo a sí mismo: ¿Quién sabe cuándo regresará mi Señor? Y, como creía que faltaba mucho, comenzó a tratar a sus compañeros con dureza y a golpearlos. Esto ilustra lo que significa perder la conciencia del tiempo del fin. Es fácil comenzar a decir: «Falta mucho para que venga mi Señor. Por lo tanto, puedo vivir como me plazca».
Velar es hacer lo contrario de lo que hizo el siervo malo. Tiene que ver con la manera como tratamos a nuestros hermanos. Velar significa que si creemos que Jesús regresará pronto, se reflejará en la manera en que tratamos a las personas, en la manera como nos comportamos.
Estar listo para encontrarse con Jesús significa tratar a la esposa como Cristo trata a la iglesia; exhortarnos unos a otros en amor, por cuanto el día está cerca; no hablar ásperamente a los hijos; tratar a nuestros empleados con cortesía y bondad; hablar como hijos de Dios en nuestras juntas y congresos; orar con gozo por los que nos ofenden e incomodan; amar a nuestros hermanos como Cristo nos ama a nosotros. ¿Estás velando? ¿Estás listo?
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020 «Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios» Por: Juan O Perla Colaboradores: Augusto Palacios & Erika de la Cruz