«NUNCA HABRÍA PODIDO DIEZMAR DE MI PRIMER MILLÓN DE DÓLARES SI NO HUBIERA APRENDIDO A DIEZMAR DE Mi PRIMER SALARIO,QUE ERA DE UN DÓLAR Y MEDIO POR SEMANA». H JOHN D. ROCKEFELLER, JR
«Traigan íntegro el diezmo para los fondos del templo, y así habrá alimento en mi casa. Pruébenme en esto —dice el Señor Todopoderoso—, y vean si no abro las compuertas del cielo y derramo sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde» (Mal. 3:10).
Antes que Nathan Greene llegara a ser un renombrado artista, cuya ilustraciones aparecen en revistas, recepciones de hospitales, o en la pared de tu habitación, él era un recién graduado no más famoso que un maestro de primaria. Hacía ilustraciones para cualquiera que le pagara, y ganaba apenas lo suficiente como para que él y su esposa, Patty, pudieran mantenerse.
«Apenas sobrevivíamos», dice Nathan. Y entonces hubo un mes en que simplemente no había suficiente dinero para pagar todas las cuentas. Tenían que elegir entre devolver el diezmo o pagar el alquiler.
Educados por padres que creían en devolverle a Dios el diez por ciento de sus ingresos, Nathan y Patty no titubearon en la decisión. Ese sábado pusieron su diezmo en el alfolí de la iglesia.
Esa misma semana, Nathan recibió una llamada telefónica de un profesor de arte que quería ir a visitarlo. «Claro, ven cuando quieras», le dijo Nathan. Al día siguiente, recibió a su ex profesor en su taller de arte, que no era más que una habitación en su casita alquilada.
El profesor miró algunos de los dibujos de Nathan y señaló tres de ellos.
-Me gusta coleccionar arte de mis exalumnos —dijo—. ¿Estarías dispuesto a venderme estos?
Entonces extrajo un fajo de billetes de su bolsillo.
-Esto es todo lo que tengo -dijo—. Son 175 dólares. ¿Es suficiente?
-Es exactamente suficiente -respondió Nathan con una sonrisa.
Las pinturas de Nathan a menudo muestran a Jesús a nuestro lado. A veces, está guiando la mano de un cirujano o uniéndose a una familia en adoración. Nathan cree firmemente que nuestro Salvador se interesa en nuestra vida, y una de las causas es aquel día en que Dios le dio el dinero para el alquiler: la cantidad exacta que necesitaba. Kim