Si no quieren servir al Señor, elijan hoy a quién van a servir. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor. Josué 24: 15
—Es interesante cómo Dios guió al pueblo de Israel —comenzó el culto el papá—, hasta entrar en la tierra prometida. La conquista de Jericó les abrió las puertas para seguir conquistando otras ciudades poderosamente amuralladas y habitadas por gigantes. Dios les daba las victorias.
—Josué siempre fue muy valiente —comentó Mateo—, fue un buen guerrero.
—Además, un gran líder —dijo Susana.
—Así es —continuó el papá—. Fue muy valiente porque eso le pidió Dios que fuera desde el principio, y que se esforzara. Era un hombre de Dios que había aprendido mucho bajo el liderazgo de Moisés, así que él también llegó a ser un gran líder que con su ejemplo condujo a su pueblo a confiar en Dios. Sin embargo, los años no pasaron en vano y Josué, presintiendo que se acercaba su muerte, citó en Siquem, lugar donde había tantos recuerdos del cumplimiento de las promesas de Dios, a todo el pueblo. También había pedido a los sacerdotes que trajeran el arca de la alianza para hacer más solemne la reunión. Les recordó cómo Dios había cumplido sus promesas de darles una tierra fructífera y que siempre que anduvieran en sus caminos, él los prosperaría. Lamentablemente había quienes adoraban en secreto a los ídolos. Josué lo sabía, y por eso, en esa ocasión los invitó a tomar una decisión: o servir a los dioses de los pueblos donde vivían o servir al Dios del cielo; él y su casa servirían al Dios del cielo. Todo el pueblo prometió obedecer a Dios. Josué los amaba y deseaba que se mantuvieran obedeciendo a Dios por amor, así como un padre o una madre quiere que sus hijos obedezcan por que los aman —terminó el papá.
Tomado De: Lecturas Devocionales Para Menores 2020.
“Descubre el Mejor Libro del Mundo”
Por: Noemí Gil Gálvez
Colaboradores: Carlita Mariscal & Adriana Jiménez.