A medida que los libros de memoria se van abriendo en el juicio, las vidas de todos los que hayan creído en Jesús pasan ante Dios para ser examinadas por él. Empezando con los que vivieron los primeros en la tierra, nuestro Abogado presenta los casos de cada generación sucesiva, y termina con los vivos. Cada nombre es mencionado, cada caso cuidadosamente investigado. Habrá nombres que serán aceptados, y otros rechazados. En caso de que alguien tenga en los libros de memoria pecados de los cuales no se haya arrepentido y que no hayan sido perdonados, su nombre será borrado del libro de la vida, y la mención de sus buenas obras será borrada de los registros de Dios. El Señor declaró a Moisés: «Al que haya pecado contra mí, lo borraré de mi libro» (Éxodo 32:33). Y el profeta Ezequiel dice: «Si el justo se aparta de su justicia, y comete maldad, […] ¡ninguna de las justicias que hizo le serán tenidas en cuenta!» (Ezequiel 18: 24).
A todos los que se hayan arrepentido verdaderamente de su pecado, y que hayan aceptado con fe la sangre de Cristo como su sacrificio expiatorio, se les ha inscrito el perdón frente a sus nombres en los libros del cielo; como llegaron a ser partícipes de la justicia de Cristo y su carácter está en armonía con la ley de Dios, sus pecados serán borrados, y ellos mismos serán juzgados dignos de la vida eterna. El Señor declara por el profeta Isaías: «Yo, yo soy aquel que borro tus transgresiones a causa de mí mismo, y no me acordaré más de tus pecados» (Isaías 43: 25, VM). Jesús dijo: «El que venza, será así revestido de ropas blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, sino confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus santos ángeles’.’ «A todo aquel, pues, que me confiese delante de los hombres, le confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos. Pero a cualquiera que me niegue delante de los hombres, le negaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos» (Apocalipsis 3: 5; S. Mateo 10: 32, 33, VM).
Todo el más profundo interés manifestado entre los hombres por los fallos de los tribunales terrenales no representa sino débilmente el interés manifestado en los atrios celestiales cuando los nombres inscritos en el libro de la vida desfilen ante el Juez de toda la tierra. El divino Intercesor aboga en favor de todos los que han vencido por la fe en su sangre para que se les perdonen sus transgresiones, a fin de que sean restablecidos en su morada edénica y coronados con él coherederos del «señorío primero» (Miqueas 4:8). Con sus esfuerzos para engañar y tentar a nuestra raza, Satanás había pensado frustrar el plan que Dios tenía al crear al hombre, pero Cristo pide ahora que este plan sea llevado a cabo como si el hombre no hubiese caído jamás. Pide para su pueblo, no solo el perdón y la justificación, plenos y completos, sino además participación en su gloria y un asiento en su trono».— ELENA G. DE WHITE, El conflicto de los siglos, cap. 29, pp. 536-538.
Después de haber analizado el pasaje de esta semana y de haber repasado el versículo destacado que has aprendido de memoria:
¿Qué aplicaciones personales te sientes motivado a realizar en tu vida?
¿Qué aplicaciones prácticas consideras que deberías implementar en tu escuela, tu lugar de trabajo, tu familia o tu iglesia?
¿Cómo aplicarías a tu vida el versículo que has memorizado?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2020. 1er trimestre 2020 “DANIEL: Principios prácticos para la vida en el tiempo del fin” Lección 11: «TRANSPARENCIA TOTAL« Colaboradores: Zabdy Moscoso & Misael Morillo