Después de haber salido del Paraíso, Adán y Eva tuvieron dos hijos: Caín y Abel. El mayor sembraba la tierra y el menor cuidaba a los animales.
Abel era bondadoso y hacía lo que Dios le mandaba. Pero Caín era desobediente.
Entonces, Dios regañó a Caín, pero él se enojó mucho y decidió matar a Abel. ¡Qué horror! Cuando Dios preguntó a Caín dónde estaba su hermano, él respondió que no sabía.
¿Y yo?
A veces nos enojamos, pero eso no significa que podamos golpear o hacer daño a otros. Jesús quiere que seamos siempre cariñosos con los demás.
Mi oración para hoy
Señor, no dejes que yo haga daño a nadie.
En la Biblia leemos:
«Entonces el Señor le preguntó a Caín: «¿Dónde está tu hermano Abel?». Y Caín contestó: «No lo sé. ¿Acaso es mi obligación cuidar de él?’» (Génesis 4: 9).