“Pero pensó: “La dinastía de David puede recuperar el reino, si esta gente va a Jerusalén para ofrendar sacrificios en el templo del Señor. Volverán a sentir afecto por Roboam, rey de Judá, y entonces me matarán y se volverán a Roboam, rey de Judá. Después de haber consultado el asunto, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Ustedes, israelitas, ya han ido bastante a Jerusalén. Aquí tienen a sus dioses, que los sacaron de Egipto”. Entonces puso uno en Betel y el otro en Dan. Y eso fue causa de que Israel pecara, pues la gente iba a Betel y a Dan para adorarlos”.
“Cuando Jeroboam estaba quemando incienso sobre el altar, llegó a Betel un profeta de Judá mandado por el Señor. […] Aquel mismo día, el profeta dio una señal prodigiosa. Dijo: “Esta es la señal prodigiosa que el Señor ha anunciado: El altar se hará pedazos y la ceniza que hay sobre él se esparcirá”. Cuando el rey Jeroboam escuchó la sentencia que el profeta había pronunciado contra el altar de Betel, extendió su mano desde el altar y dijo: “ ¡Aprésenlo!” Pero la mano que había extendido para señalar se le quedó tiesa y no pudo ya moverla. En aquel momento el altar se hizo pedazos y las cenizas que había sobre él se esparcieron, conforme a la señal que el profeta había dado por orden del Señor. Entonces el rey, dirigiéndose al profeta, dijo: “Te ruego que ores por mí al Señor tu Dios, para que mi mano se cure”. El profeta rogó al Señor, y la mano del rey quedó sana, como antes. […] En aquel tiempo vivía en Betel un profeta anciano, cuyos hijos fueron y le contaron todo lo que el profeta de Judá había hecho aquel día en Betel; y También le contaron a su padre lo que había dicho el rey. Y su Padre les preguntó: “¿Porque camino se fue? Sus hijos, le indicaron el camino por el que había regresado el profeta de Judá. […] “Yo soy”. Le respondió. “Ven a mi casa, a comer pan conmigo”, dijo el profeta anciano. Pero el profeta de Judá le contestó: “No puedo acompañarte, ni entrar en tu casa, ni comer pan ni beber agua contigo en este lugar; porque el Señor me ha ordenado claramente: No comas pan ni bebas agua aquí, ni regreses por el mismo camino por el que te fuiste”. Pero el anciano insistido: Yo También soy profeta, lo mismo que tu, y un ángel de parte del Señor me ha ordenado que te lleve a mi casa y te de comer y de beber”. Y aunque el anciano le mentía, el profeta de Judá se fue con él y comió y bebió en su casa. Y estando ellos sentados a la mesa, el Señor habló al profeta anciano que había hecho Volver al profeta de Judá, y en voz alta dijo el anciano a este: “El Señor ha dicho que por haber tu desobedecido las órdenes que te dio, pues te volviste para comer y beber donde el Señor te ordeno que no lo hicieras, no reposara tu cuerpo en el sepulcro de tus antepasados” (1 Reyes 12: 26-30; 13 1-6, 11-22).
APLICALA A TU VIDA
Repasa la sección de Identifícate con la Historia y medita en las siguientes preguntas.
Lee 1 Reyes 12:26-30. El profeta Ahias le había asegurado a Jeroboam que Dios lo iba a hacer rey de las diez tribus de Israel. A pesar de ello, Jeroboam se sentía muy inseguro de su reinado. Por tal motivo, estableció centros de culto en Betel y Dan para desanimar a su pueblo a visitar a Jerusalén en el reino del sur, en Judá. ¿Crees que el legado de Jeroboam habría permitido a su pueblo visitar a Jerusalén libremente? ¿Por qué? ¿Hay algún aspecto de tu vida en el que te sientes inseguro espiritualmente?
Lee 1 Reyes 13: 1-6. ¿Qué nos dice la historia de la mano paralizada en cuanto al carácter de Dios? Piensa en el valor del profeta cuyo nombre no se menciona. ¿Qué nos enseña su historia sobre el deber de hablar con la verdad a las autoridades? ¿En que aspectos de tu vida te invita Dios a comprometerte de manera firme?
Lee 1 Reyes 13:11_22. ¿Cómo se aplicaría hoy esta historia a nuestras vidas? ¿Sientes pesar por el profeta de Judá? ¿Por qué sí o porque no? ¿Cómo responderías a alguien que piensa que esta historia muestra un lado muy áspero e irrazonable por parte de Dios?
Lección de Escuela Sabática para Jóvenes.
1ra. trimestre 2020 “REYES Y PROFETAS”
Lección 7: «EL SÍNDROME DEL PECADO DE JEROBOAM»
Colaboradores: Gisela B. Barbosa & Paty Solares