Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados; Y verá toda carne la salvación de Dios. Lucas 3: 5,6
Era un niño de once años. Caminaba yo hacia la casa de mi tío, quien lamentablemente, era alcohólico. Poco antes de llegar a la casa, vi a mi abuelo trabajando en compañía de varios hombres. Extrañado por lo que hacían, le pregunte:
-Abuelo, ¿Qué hace aquí con esos hombre?
-Estoy reparando la calle -me dijo-. Tiene muchas piedras sueltas y está muy peligrosa.
No quiero que cuando mi hijo venga borracho, se caiga y se golpee. Quiero que llegue sano y salvo a casa.
El versículo dice que el padre celestial esta arreglando el camino que nos lleva hacia él, para que lleguemos sin obstáculos a su presencia. Los hoyos los rellena, los obstáculos los quita, los caminos torcidos los endereza y lo áspero lo allana. Todo para que sea fácil y ligero el viaje de regreso a él. Toda barrera ha sido derribada para que volvamos al centro de su amor. Ha suavizado el camino que conduce a su reino. El camino de regreso a Dios es de claro. No hay dificultades para encontrarlo. Jesus esta sentado en el centro de la puerta de la gracia de Dios. su gran amor ha abierto un “camino nuevo y vino” (Heb. 10:20) para que todos regresemos. El es la luz del mundo para iluminar nuestro viaje a través de la vida. A todos nos espera al comienzo del camino que ha preparado un camino llano. Dirige tu mirada hacia él. Ve a Dios a la puerta de tu vida. En realidad, el, más que el sol, es la luz que sale en el amanecer. Cristo esta cercano. Anhela limpiar tu corazón. Quiere que estés limpio cuando llegues a su presencia. Mira y ve la salvación de Dios. sea tu oración:
Tomado de: Lecturas Devocionales Familiares 2020 «Siempre Gozosos: Experimentando el amor de Dios» Por: Juan O Perla Colaboradores: Augusto Palacios & Erika de la Cruz