«Ensancha el sitio de tu tienda y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas apocada; alarga tus cuerdas y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; tu descendencia heredará naciones y habitará las ciudades asoladas».Isaías 54: 2-3
EL PUEBLO DE DIOS tiene por delante una enorme tarea que realizar, una obra que debe destacarse continuamente y alcanzar mayor prominencia. Debemos llevar a cabo una labor mucho más extensa en nuestro trabajo misionero. Es preciso que actuemos con mayor determinación que hasta ahora, antes de la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El pueblo de Dios no debe cesar en sus esfuerzos hasta que haya alcanzado el mundo entero. La viña es todo el mundo, y hay que trabajar en todas partes. Hay lugares que ahora son un desierto moral, y que tienen que convertirse en jardines del Señor. Es necesario cultivar los lugares desolados de la tierra para que puedan reverdecer y florecer como la rosa. Hombres y mujeres inspirados por el Espíritu Santo deben trabajar en nuevos territorios. Hay que establecer nuevas iglesias y grupos. Es necesario que haya representantes de la verdad presente en todas las ciudades y hasta en los lugares más remotos del planeta. La gloria de la verdad de Dios debe resplandecer en toda la tierra. La luz debe iluminar en todo lugar y para todo el mundo. Los que recibieron la luz deben hacerla brillar constantemente. Puesto que el sol ha salido en nuestras vidas debemos reflejar su luz sobre el sendero de los que están en oscuridad.
Una crisis se avecina. Imbuidos del poder del Espíritu Santo debemos proclamar ahora las grandes verdades para estos últimos días. No transcurrirá mucho tiempo antes que todos hayan escuchado la amonestación y tenido que tomar su decisión. Entonces vendrá el fin. La esencia misma de una fe genuina es hacer lo correcto en el tiempo oportuno. Dios es el gran Artífice y en su providencia prepara el camino para que su obra concluya.— Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 32-33.