«Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad». «No es que Dios sea lento para cumplir su promesa, como algunos piensan. Lo que pasa es que Dios tiene paciencia con ustedes, porque él no quiere que nadie muera, sino que todos vuelvan a obedecerle».2 Tesalonicenses 2: 13, NVI; 2 Pedro 3: 9, TLA
POR LA SANTIFICACIÓN DEL ESPÍRITU y por creer en la verdad, llegamos a ser colaboradores con Dios. Cristo espera la cooperación de su iglesia. Él no se propone añadir un nuevo elemento de eficiencia a su Palabra; ha hecho su obra maestra habiendo inspirado la Biblia. La sangre de Jesucristo, el Espíritu Santo, la Palabra divina están a nuestra disposición. El propósito de todas estas provisiones del cielo está delante de nosotros: la salvación de las almas por quienes Cristo murió. Depende pues de nosotros que nos aferremos a las promesas que Dios ha dado, para que lleguemos a ser colaboradores juntamente con él.
Los agentes divinos y humanos deben cooperar […]. Cristo, habiendo morado en las alturas eternas del santuario, tenía en sí y como parte de sí todos los elementos de la verdad. Era uno con Dios. Presentar en todo esfuerzo misionero a Cristo y a Cristo crucificado significa más de lo que pueden comprender nuestras mentes finitas […].
Cristo resucitado de los muertos, Cristo ascendido al cielo como nuestro intercesor, tal es la ciencia de la salvación que necesitamos conocer y enseñar.— Consejos para los maestros, cap. 2, pp. 22-23.
En sus esfuerzos por alcanzar el ideal divino, el cristiano no debe desesperarse en ningún caso. A todos es prometida la perfección moral y espiritual por la gracia y el poder de Cristo. Él es el origen del poder, la fuente de la vida Nos guía hacia el trono de Dios, y pone en nuestra boca una oración por la cual somos conducidos a una estrecha relación con él. En nuestro favor pone en acción los todopoderosos medios celestiales.— Los hechos de los apóstoles, cap. 45,p.355