«A la mañana siguiente se levantaron temprano […]. Y en el momento de salir, Josafat se puso de pie para decirles: «Escúchenme, habitantes de Jerusalén y de Judá: confíen en el Señor, su Dios, y se sentirán seguros; confíen en sus profetas, y todo les saldrá bien». Y después de consultar con el pueblo, nombró algunos cantores para que, vestidos con ropas sagradas y marchando al frente de las tropas, alabarán al Señor con el himno: «Den gracias al Señor, porque su amor es eterno. 2 Crónicas 20: 20-21, DHH
LA BIBLIA ENTERA es una revelación de la gloria de Dios en Cristo. Aceptada, creída y obedecida, constituye el gran instrumento para la transformación del carácter. Es el gran estímulo, el poder que constriñe, que vivifica las facultades físicas, mentales y espirituales y encauza debidamente la vida.
La razón por la cual los jóvenes, e incluso los adultos, se ven tan fácilmente inducidos a la tentación y al pecado es porque no estudian la Palabra de Dios ni la meditan como es debido. La falta de fuerza de voluntad firme y decidida, que se manifiesta en su vida y carácter es resultado del descuido de la sagrada instrucción que da la Palabra de Dios. No hacen verdaderos esfuerzos por centrarse en lo que les inspiraría pensamientos puros y santos y los apartaría de lo impuro y falso. Son muy pocos los que se «sientan a los pies de Jesús»,. y como «María [han] escogido la mejor parte», para aprender del divino Maestro (Luc. 10:38-42, DHH). Y pocos son los que atesoran las palabras de Cristo en su corazón, y que las ponen en práctica en la vida.
Al ser recibidas, las verdades de la Biblia elevarán la mente y el espíritu. Si se apreciara debidamente la Palabra de Dios, jóvenes y adultos poseerían una rectitud interior y unos principios tan firmes que los capacitarían para resistir la tentación.— El ministerio de curación, cap. 39, pp. 329-330.
Debemos aplicar nuestros corazones a la búsqueda de la verdad. Todas las enseñanzas que Dios mandó a registrar en su Palabra son para nuestra advertencia e instrucción. Fueron escritas para evitarnos ser engañados. El descuidarlas nos traerá la ruina. Podemos estar seguros de que todo lo que contradiga la Palabra de Dios procede de Satanás.— Patriarcas y profetas, cap. 3, p. 35.