Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5.
¿Qué entiendes por sabiduría?
¿Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente, a informarte y a callar cuando no tengas nada que decir? Hasta el ignorante pasa por sabio cuando se calla la boca. Pero ¿esto es suficiente?
Santiago comienza su epístola hablando de las pruebas de la vida del creyente, y de la necesidad de la sabiduría divina «para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna» (Sant. 1:2-4). ¿Que seamos perfectos sin que nos falte nada? ¿Habrá pensado bien Santiago antes de escribir esto? Para el apóstol, la perfección no es impecabilidad ni falta de defectos, sino madurez, plenitud, estado de completo.
Para Santiago, como para los escritores del Antiguo Testamento, la sabiduría era algo más profundo que la inteligencia, la habilidad, la sagacidad, y aun el sentido común. Para el apóstol, la sabiduría no descansa en el lecho del entendimiento humano, sino que proviene «de arriba». «El principio de la sabiduría es el temor de Jehová» (Prov. 1:7). Conozco gente muy sabia que no sabe leer ni escribir.
La sabiduría es conocer a Dios con un corazón vivo. Esta clase de sabiduría nos permite discernir con profundidad entre el bien y el mal, someter nuestras pasiones destructivas y edificar un carácter con poder para los tiempos de prueba. El conocimiento intelectual es nada en comparación con la sabiduría de Dios. La sabiduría de Dios se expresa en la vida. La persona sabia se gobierna a sí misma, puede formar una familia íntegra, y siempre se sentirá «completa», aunque no tenga dinero ni aun instrucción.
La sabiduría se expresa en una religión práctica. Todo el capítulo I de Santiago habla de esto. Sabias son las obras de amor inspiradas por Cristo (vers. 19-27). En medio de las pruebas, la oración nos da sabiduría: Nos permite alcanzar una visión clara y cierta de las cosas, tal como las ve Dios, para soportar la tormenta con paciencia. No te preocupes por tus defectos de carácter, tanto como por entregar tu corazón plenamente a Cristo cada día. Él es la sabiduría de Dios, el conocimiento verdadero, el que te hace «perfecto y cabal» en todo (vers. 4).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2019 «Las Oraciones más Poderosas de la Biblia» Por: Ricardo Bentacur.
Colaboradores: Rosalba Barbosa & Gladys Cedano