Doy gracias a Dios, al cual sirvo desde mis mayores con limpia conciencia, de que sin cesar me acuerdo de ti en mis oraciones noche y día. 2 Timoteo 1:3.
¿Oras por otros que necesitan tus plegarias?
El apóstol Pablo intercede ante Dios por Timoteo. La oración intercesora hunde sus más profundas raíces en el Antiguo Testamento. Abraham, Moisés, David, Samuel, Ezequías, Elías, Jeremías, Ezequiel y Daniel fueron grandes intercesores ante Dios en favor de su pueblo. Ellos oraban con la mirada puesta en el Mesías venidero. Ellos fueron grandes hombres, pero hombres al fin. Pero, «cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo» (Gál. 4:4), para que llegara a ser nuestro único y perfecto Mediador (l Tim. 2:5). Gracias a él, toda oración se convierte en oración mediada, puesto que es ofrecida a Dios por Cristo y por su medio. Gracias a Jesús, ahora podemos interceder en oración en favor de otras personas, pidiendo por ellas con el amor y la fe de Jesús.
El anciano apóstol está formando a Timoteo, un nuevo pastor, quien lo siguió en medio de la persecución. Cuando, en Listra, el apóstol fue apedreado y el joven lo presenció, el Espíritu de Dios lo motivó a participar en la gesta misionera y se unió al predicador. Ahora, el maestro está cautivo en Roma, esperando la ejecución, pero desde ahí sigue formando a su discípulo. En este texto le dice que está orando por él constantemente. El apóstol es perseverante en la oración. Mucho tiempo antes había exhortado a los tesalonicenses a practicar el mismo ejercicio piadoso: «Orad sin cesar» (1 Tes. 5:17). Ahora está orando «sin cesar» por Timoteo (2 Tim. 1:3).
La oración intercesora nos ennoblece, porque debilita nuestro natural egoísmo. Además, nos identifica con la obra intercesora de Cristo, quien intercede por nosotros en el Santuario celestial (Heb. 7:25), y con la obra del Espíritu Santo, quien «gime por nosotros» (Rom. 8:26).
Dile al Señor: «No abandones a los huérfanos, los pobres, los niños, las mujeres, los desesperados, los angustiados, los esclavos, los ancianos. Y particularmente, no abandones a los que te rechazan». Cuando oras por otros, oras por ti. ¡Que hoy Dios ponga en ti un nombre por quien orar!
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2019 «Las Oraciones más Poderosas de la Biblia» Por: Ricardo Bentacur.
Colaboradores: Rosalba Barbosa & Gladys Cedano