Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. 1 Timoteo 4:13.
Charles Dickens es uno de los pocos escritores de ficción con preocupaciones morales. Dickens retrata en sus cuentos y novelas la sociedad de la Revolución Industrial, y denuncia sus abusos. De sus historias, la que más me gusta es la de Oliver Twist, un huérfano que escapa del orfanato y de una funeraria y cae en el bajo mundo. Ahí se une a una banda de ladrones capitaneada por Fagin, un viejo explotador de niños. Oliver se ve expuesto a toda clase de peligros, pero una prostituta lo protege hasta que ella pierde la vida. Al fin, Oliver es rescatado de Sikes, un delincuente que pretende explotarlo. Cando Sikes cae, Oliver es rescatado y devuelto a su verdadera familia, la de un hombre rico. En la historia de Oliver, siempre hay alguien que lo explota o que lo persigue, y alguien que lo protege.
No te recomiendo la literatura secular, pues no suele ser edificante, pero ya que en la escuela te exigen que leas, las historias de Dickens son una buena opción. Es mejor leer las historias de la Biblia. Se trata de historias reales, donde abunda el suspenso, y el bien se impone al mal. Las historias creadas por Jesús son ingeniosas. En ellas se puede conocer lo desconocido por medio de lo conocido, y el final es inesperado. Esperarías que fueran reconocidos aquellos que, según los estándares del mundo, tienen buena imagen, pero generalmente son otros, los que se identifican con los estándares del cielo.
Mientras cumples tus deberes escolares leyendo ficción, balancea tu menú intelectual leyendo no ficción, las historias de la Biblia. En ellas correrás fascinantes aventuras mediante el uso de la imaginación, y aprenderás cómo vivir en esta vida y en la venidera. Sobre todo, podrás seguir al mayor Héroe de la Biblia, a Jesús, la persona más adorable y el personaje más excelso.