Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. 1 Juan 2: 1, NVI.
En la lectura devocional de ayer, hablé de nuestro encuentro con los soldados turcos. Algo más sucedió aquel día en Hungría. Estábamos muy entusiasmados por recorrer el país, pero el problema sería salir de allí. Verás… ese día, uno de los muchachos de nuestro grupo había perdido su riñonera de viaje, una bolsita pequeña que se amarra a la cintura. En la riñonera llevaba su pasaporte estadounidense, su visa para entrar y salir de Hungría, todo su dinero y su cámara. Aquello no era nada bueno. Estar en otro país sin documentación es una situación muy complicada. No le permitirían salir sin visa, y para obtener una visa se necesita el pasaporte. ¡El no tenía ninguna de las dos cosas! ¿Qué haríamos?
Nos dirigimos directamente a la embajada estadounidense en Budapest y pedimos ayuda. Nos dijeron que había un proceso para obtener un pasaporte nuevo en un día. Una vez teniendo eso, pasamos el siguiente día consguiendo una nueva visa de salida de Hungría, para poder irnos. Durante ese tiempo, nuestro amigo dependió completamente de nosotros. Sin nosotros, él no tenía nada: ni dinero, ni documentación… nada. Por supuesto, todos contribuimos y cubrimos sus gastos durante el resto del viaje, y compartimos nuestras fotos con él.
Nos sentimos bien al saber que teníamos un defensor en la embajada cuando estábamos en problemas. Aquel empleado trabajó para sacarnos de nuetro problema. Un defensor es alguien que está de nuestro lado, nos defiende eintercede por nosotros. Mi amigo también estaba agradecido de que nosotrosestuviéramos allí para ser, también, defensores suyos. Cuando pecamos Jesús salió como nuestro Defensor. No solo luchó para defendernos, sino que también murió para salvarnos. Jesús es tu mayor Defensor. ¡Agradécele hoy!