Hay dos estilos de liderazgo. Uno se centra en el proyecto, mientras que el otro se centra en las personas. El primero se apoya en planes, plazos, tareas y objetivos; mientras que el segundo se basa en las relaciones personales, el equipo y la unidad. Llegados a este punto, Nehemías nos ha demostrado su competencia en el primer aspecto. El texto bíblico de esta semana considera la transición de Nehemías hacia el otro concepto de un buen liderazgo.
En vez de usar las palabras «yo», «mi» y «tú», Nehemías emplea las formas verbales en primera persona del plural en los versículos 17 y 18 del capítulo 2. Él se identifica con la gente, con empatía y provocando sentimientos de vergüenza por el estado deplorable de las murallas. Ni se queja ni acusa a nadie de indolencia o indiferencia, sino que sugiere una iniciativa para la reconstrucción. La gente se desanima fácilmente, pero Nehemías ofrece palabras alentadoras de consideración, noticias del apoyo del rey y la promesa de las bendiciones de Dios. Motivar a las personas es una tarea tan difícil para un líder como visualizar y planificar un proyecto. Trabajar con gente presenta sus propios desafíos.
El liderazgo no está relegado a lo teórico o abstracto, puesto que siempre hay vidas que se ven afectadas. Algunas personas podrían reaccionar adversamente a la visión abrigada por el dirigente. Nehemías enfrenta una marcada oposición inmediatamente después de inspirar a la gente con su testimonio. Sambalat, el gobernador de Samaria, y Tobías, el gobernador de Amón, se asocian con Gesem, el líder de las tribus árabes. La respuesta de ellos fue primero reírse, burlándose de la iniciativa divina. Su segunda respuesta fue desdeñosa, adjudicando motivos aviesos al liderazgo de Nehemías.
En Nehemías 2: 10 se identifican dos adversarios: Sambalat y Tobías. Aunque en el versículo 19, un tercero se les une. Sambalat es oriundo del norte; Tobías el amonita tiene sus raíces en el este y Gesem, el de las tribus árabes, es del sur de Jerusalén. El trío de opositores afirmaba en esencia que sus gobiernos al norte, sur y este de Jerusalén deberían ser tomados en cuenta respecto al futuro de la ciudad.
Nehemías no se defendió ni respondió a las acusaciones de aquellos personajes. Sencillamente clamó a Dios como su benefactor y desacreditó los reclamos de sus enemigos sobre la región de Judá (ver Neh. 2: 20). Aquellos que se oponen a nuestra visión pueden muy bien tener argumentos lógicos y racionales, pero un líder piadoso perseverará en su visión sin distraerse por causa de argumentos sin sentido.
Nehemías da muestras de valor al contestar las acusaciones de los tres grupos. Su ánimo surge de su confianza en que Dios es el dueño de la ciudad de Jerusalén y se preocupa por el bienestar de sus gentes. Nehemías no trató de complacer a nadie, sino que de manera íntegra mantuvo su curso de acción. El liderazgo bíblico jamás teme al fracaso, nunca siente ansiedad porque podría perder su puesto, sino que se mantiene firme en su confianza en Dios, en las promesas y en el poder del Señor.
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¿Qué otros principios y conclusiones puedes identificar en este texto bíblico?
¿Qué diferencias y similitudes encuentras entre un liderazgo centrado en el Proyecto y otro centrado en las personas?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2019. 4to trimestre 2019 “Nehemías” Lección 3: «La mano de Dios» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo