¿Era pobre Jesús? No nació en un palacio; ¡nació en un pesebre! No tuvo una hermosa cuna; yacía en un comedero de animales. No estaba vestido de seda fina; estaba envuelto en toscos pañales. Ya adulto, dijo: «Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza» (Luc. 9: 58). Jesús, el dueño del universo, eligió identificarse con los más pobres de la sociedad.
Jesús alimentó, sanó a los pobres y se asoció con ellos (Mat. 14: 13-21; Luc. 18: 35-43). Él comparó el servicio a los pobres con servir a Dios (Mat. 25: 31-40). Invitó al reino de Dios a los pobres y a otros marginados sociales (Luc. 14: 15-24). Asimismo, predicó las buenas nuevas a los pobres. Su misión era dar vista a los ciegos, hacer que los cojos caminaran, sanar a los leprosos, hacer oír a los sordos, resucitar a los muertos y proclamar las buenas nuevas a los pobres (Mat. 11: 4-6). De igual manera, nosotros deberíamos cuidar de los pobres por las siguientes razones:
Jesús nos juzgará tomando en cuenta la manera en que tratamos a los pobres. «Al poner entre ellos a los desamparados y a los pobres, para que dependan de su cuidado, Cristo prueba a los que dicen ser sus discípulos. Por nuestro amor y servicio en favor de sus hijos necesitados revelamos lo verdadero de nuestro amor a él. Desatenderlos equivale a declararnos falsos discípulos, extraños a Cristo y a su amor».
Los pobres merecen nuestra solidaridad. «El Señor atiende a la viuda y a los huérfanos, no mediante un milagro, como el envío del maná del cielo, ni por cuervos que los lleven de comer; sino por medio de un milagro realizado en corazones humanos, al desalojar de estos el egoísmo y abrir las fuentes del amor cristiano. A los afligidos e indigentes los encomienda a sus discípulos como encargo precioso. Tienen el mayor derecho a nuestra solidaridad».
Ayudar a los pobres estimula la temperancia. «Cuándo no se gasta en cosas que son meros ídolos, cosas que embargan la mente, el tiempo y la energía que deberían dedicarse a usos más nobles! ¡Cuánto dinero se derrocha en casas y muebles lujosos, en placeres egoístas, en manjares costosos y malsanos, en perniciosos antojos! ¡Cuánto se malgasta en regalos que no aprovechan a nadie! En cosas superfluas y muchas veces perjudiciales gastan los cristianos de profesión mucho más de lo que gastan en el intento de arrebatar almas de las garras del tentador».
No importa cuál sea nuestra situación financiera, todo discípulo de Cristo está llamado a cuidar de los pobres con los recursos que tiene a su disposición. Al hacerlo, profesaremos nuestro amor a Dios. Ese servicio no es una opción sino un deber, porque todo lo que tenemos pertenece a Dios, ¡y él nos ha ordenado que sirvamos a los demás!
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¿Por qué consideras que Jesucristo el Rey de reyes, tuvo que nacer en un medio tan humilde?
¿Cómo pueden los pobres tener derechos sobre los bienes que yo me he ganado con mi trabajo?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2019. 3er trimestre 2019 “Servir a los necesitados” Lección 7: «Jesus y los pobres» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo