Ahora pues, oh Jehová, te ruego que me quites la vida; porque mejor me es la muerte que la vida. Jonás 4:3.
¿Cómo es tu religión?
Es interesante el contraste de las dos oraciones de Jonás: una, en las profundidades de su angustia, en el abismo del mar, con el agua al cuello, entre las inmundicias flotantes del estómago del gran pez, arrepentido, pidiendo salvación y dispuesto a hacer la voluntad de Dios (Jon. 2). La otra, en un cerro de los alrededores de Nínive, pidiendo la destrucción de los malvados asirios, rogando que cayera fuego del cielo, como ocurrió con Sodoma y Gomorra (cap. 4). Son dos extremos de oración, una especie de oración bipolar, como parece que era la personalidad ciclotímica del profeta.
¿Por qué Jonás oró de este modo? La respuesta a esta pregunta la tenemos en el versículo anterior a nuestro texto: Jonás dice que Dios es clemente, que no cumple con lo prometido (vers. 2). La ira de Jonás no nace tanto de su orgullo herido como de la frustración que le produce la gracia divina. Habiéndose frustrado de Dios, a Jonás no le importaba morir, como lo demostró en la tormenta y lo suplicó en el clímax de su furor. A Jonás le parecía que Dios era inconsistente y débil a la hora de aplicar los juicios. Jonás amaba más su idea de un Dios implacable que al propio Dios que lo había salvado de morir en el vientre de la ballena. Jonás veía a Dios como excesivamente condescendiente. Él pensaba: si la ley condena a muerte al transgresor de mano alzada, entonces, apliquemos la ley, duela a quien le duela. ¿Para qué tener una ley que no se cumple? Lo que es justo es justo, y la injusticia hay que castigarla. Jonás es un ministro de la condenación, un guardián de la ley.
¿Cómo es nuestra religión? ¿Queremos a un Dios que truene y lance rayos como en el Sinaí? ¿queremos que caigan las plagas y los truenos del Apocalipsis, y se termine este mundo, para irnos al cielo lo antes posible? ¿No nos preguntamos acaso de qué vale tanta benevolencia, que lo único que produce es más mal? ¿Para qué más segundas oportunidades? Lo bueno es que Dios es Dios, i)’ es clemente y piadoso con nosotros! Oración: Gracias, Señor, por tu misericordia infinita.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2019 «Las Oraciones más Poderosas de la Biblia» Por: Ricardo Bentacur Colaboradores: Rosalba Barbosa & Gladys Cedano