Todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas. Jeremías 17:13.
¿Has pensado en escribir un libro?
Jeremías combinaba la poesía con fragmentos largos de narrativa descriptiva, profética y autobiográfica. El capítulo de nuestro texto es un ejemplo. Hoy leemos: «Los que se apartan de mí serán escritos en el polvo». Un nombre escrito en el polvo implica que el portador de ese nombre pertenece a la tierra; también sugiere que la inscripción durará muy poco tiempo.
En toda la Escritura encontramos el libro escrito por Dios. Moisés dice que su nombre estaba inscrito en él (Éxo. 32:32). Para David, el libro es un registro de nuestras penas: «Pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?» (Sal. 56:8). Para Isaías, es una fuente de gran poder: «En aquel tiempo los sordos oirán las palabras del libro, y los ojos de los ciegos verán en medio de la oscuridad y de las tinieblas» (Isa. 29:18). Para Ezequiel, es una norma de verdad: «Los profetas que ven vanidad y adivinan mentira no serán inscritos en el libro de la casa de Israel» (Isa. 13:9). Para el apóstol Juan, es «el libro de la vida del Cordero», el registro de los salvos (Apoc. 21:27).
Contrariamente a lo que comúnmente pensamos, nuestras acciones no pasan como la nieve de la última temporada invernal. Nuestras obras dejan una huella; si bien no la vemos en el mundo exterior, la podemos ver inscrita en nuestro libro interior. El efecto más poderoso de las acciones de un hombre lo ejerce en su propia vida interior. El culatazo del fusil, cuyo golpe recibe el que dispara, es más fuerte que el golpe del propio disparo.
Cuando pensamos en el pecado, nos remitimos a lo que hacemos diariamente. Pero hagamos un ejercicio de memoria y recordemos todos esos defectos de carácter, esa ira incontenida, esos arrebatos de pasión incontrolada, esa trivialización de la verdad y la justicia, esa indulgencia hacia la sensualidad y, sobre todo, esa tendencia a vivir sin Dios, a la que todos somos propensos.
Un nombre escrito en el polvo implica pertenecer a la tierra, y su inscripción dura poco tiempo. Por el contrario, un nombre escrito en el cielo implica pertenecer al cielo, y ese nombre jamás será borrado. ¿De qué trata el libro de tu vida?
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2019 «Las Oraciones más Poderosas de la Biblia» Por: Ricardo Bentacur Colaboradores: Rosalba Barbosa & Gladys Cedano