Wilhelm Mueller, hablando en nombre de iglesias adventistas alemanas y austriacas de la época, escribió en 1933 que Hitler «ha obtenido su puesto de la mano de Dios, y reconoce que es responsable ante él. Como abstemio, no fumador y vegetariano, está más cerca de nuestra propia visión de la reforma de salud que cualquier otro».1
El vegetarianismo es bueno. Como práctica alimentaria se ha relacionado con tasas más bajas de enfermedades cardíacas, cáncer y diabetes tipo II.2 Como vehículo ministerial, ha propiciado que en miles de nuestras iglesias se celebren seminarios de salud. Para los buenos mayordomos del planeta añadiríamos que un estudio estimó que la adopción mundial de una dieta vegetariana podría salvar unos 7.3 millones de vidas para el año 2050, por el reducido impacto ambiental que se asocia al cultivo de alimentos vegetarianos.3 Sin embargo, el vegetarianismo tiene un lado oscuro: genera en algunas personas sentimientos de superioridad. La primera vez que vi a un «pagano» comer un perrito caliente con mostaza en un juego de béisbol pensé en toda la suciedad que había dentro de aquel trozo de carne, a la vez que juzgaba a su consumidor de manera parecida. En otra ocasión, nuevos miembros bien intencionados llevaron una cazuela con queso a una comida después del culto de la iglesia. Cuando alguien colocó una etiqueta que decía «Contiene queso» junto a su plato, sintieron que esa etiqueta se les aplicaba más a ellos que a su cazuela.
El evangelismo jamás debe ser motivado por el orgullo. La caridad, tampoco. El orgullo no debe motivar las interacciones con «nuestros hermanos más humildes». Pero ¿cuántas veces ha sido motivado nuestro acercamiento a ellos por el tipo de amor desinteresado presente en las interacciones de Jesús con «aquellos mis hermanos más pequeñitos»? ¿Habrá surgido de un deseo de creernos mejores que ellos?
Jesús no sirvió a «los más humildes» para sentirse mejor. Su caridad estuvo motivada por el deseo de brindar sanidad. Los seguidores de Jesús deben hacer lo mismo y amar a toda alma por el bien de ellas. El amor debe llegar a «los más humildes», sin engrandecerse en el proceso. Amar, porque sí. Así es como Dios nos ama.
PARA COMENTAR
1. ¿Crees que Jesús deseará interactuar con alguien que por decisión propia está completamente perdido? ¿Por qué, o por qué no?
2. ¿Acaso deberíamos estar ministrando a los miembros «más humildes» de nuestras comunidades? Menciona tres ejemplos.
3. ¿Es posible hacer más mal que bien cuando nos esforzamos por ayudar a los «más humildes»?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2019. 3er trimestre 2019 “Servir a los necesitados” Lección 8: «Mis hermanos más pequeños» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo