Ciertamente el mayor sermón de Cristo fue su propia vida. Su vida fue una personificación del servicio, el sacrificio, el perdón, la sanidad, el magisterio y el cui-dado amoroso. Todo ello fue una realidad, en especial para los pobres, para los enfermos, para los necesitados, para los oprimidos y los menesterosos que lo rodeaban. Una vida así constituye la regla de oro para todos los cristianos.
El tierno abrazo de Jesús abarca a los marginados en un mundo que discrimina, explota y subyuga a los menos privilegiados. En Lucas 4: 18 Jesús dijo que había sido ungido por el Espíritu para proclamar buenas nuevas a los pobres, libertad a los cautivos, para devolver la vista a los ciegos y para liberar a los oprimidos. Al igual que María Magdalena, el apóstol Pedro, los ciegos, los sordos y los judíos, todos ellos fueron bendecidos por Jesús. En la actualidad, como cristianos, tenemos el deber de compartir nuestro don al presentar a Cristo a aquellos que tienen necesidades espirituales. Eso permitirá también a los que nos rodean experimentar el abrazo de Jesús. Sigamos los pasos de Cristo, el epítome del servicio, de la salvación y del sacrificio.
CONSIDERA
Identificar en tu entorno alguna obra o actividad social para contribuir con ella, ya sea como voluntario o en alguna otra forma, tratando de servir a aquellos que tienen problemas financieros.
Seleccionar una sigla (por ejemplo: QHJ, «Qué haría Jesús»), que puedas recordar en caso que enfrentes alguna situación difícil en la que necesitas ayudar a alguien. Utiliza esa sigla para crear un fondo de pantalla para tu teléfono que te ayude a recordar la tarea de ayudar a los demás.
Ponerte el blanco de visitar las cárceles, servir como voluntario en un orfanato, o cuidar de algún enfermo el próximo sábado en la tarde. Intenta hacer eso cada semana durante el próximo mes.
Identificar a alguien en tu entorno que necesita ayuda espiritual, para pasar algún tiempo con esa persona. Juntos pueden orar y cantar algún himno.
Preparar un paquete de ayuda que incluya comida, libros, así como otros artículos de uso práctico, para entregarlo a algún familiar o amigo que esté atravesando una situación económica difícil. Los pequeños actos de bondad tienen mucho peso. ¡Quizá tú seas la respuesta a una oración!
PARA CONECTAR
Deuteronomio 15: 7-8; Lucas 14: 12-14; Hechos 20: 35.
Elena G. de White, El ministerio de curación, cap. 13, pp. 129-130
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2019. 3er trimestre 2019 “Servir a los necesitados” Lección 7: «Jesus y los pobres» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo