Puede ser difícil e incluso apabullante poner en práctica lo que hemos estado discutiendo este trimestre. ¿Cómo podrías identificar en qué forma te llama Dios a servir? ¿Qué sucede si te sientes incómodo prestando determinada ayuda, o no sientes deseos de ayudar? ¿Cómo puedes hacer que despierte en ti el deseo de servir si no está presente, o si te da miedo? Jesús hace la misma pregunta a los fariseos en Mateo 12: 34: «¿Cómo pueden decir cosas buenas, si ustedes mismos son malos? De lo que abunda en el corazón, habla la boca».
No podemos dar lo que no tenemos y no hemos experimentado. Jesús lo confirma en el versículo 35: «El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en él y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en él». Entonces, ¿de qué forma podremos tener un corazón lo suficientemente lleno de amor como para servir a los demás?
Dedica tiempo a leer la Biblia y a escuchar a Dios. La única forma en que podemos reconocer a Jesús en las cosas más sencillas es pasando tiempo con él y permitiendo que nos hable a través de su Palabra. Una adecuada relación con Dios cambiará nuestros corazones para que podamos servir a los demás.
Pide a Dios que te muestre a los más humildes que están a tu alrededor. De igual manera debemos buscar a Dios en nuestra vida diaria. Es posible que él te esté pidiendo que pases algún tiempo en un refugio para personas sin hogar; que hables con la persona con quien trabajas o estudias y que los demás evitan; que pagues por la comida o el combustible de alguien; o sencillamente que expreses alguna palabra de aliento. Si él nos llama, debemos estar listos para responder.
Haz de conocer a Dios una prioridad. Conocerlo a él te transformará para que puedas servir a los más humildes. Primeramente, debemos conocer a Dios para luego ser sus siervos.
Allegarnos a los que nos rodean es algo que surge en forma natural cuando sostenemos una apropiada relación con Jesús. Vemos esto claramente ilustrado en la parábola de las ovejas y las cabras en Mateo 25. Cuando Jesús elogia a las ovejas por su servicio a él, ellas se sienten desconcertadas. No recuerdan haber hecho ninguna de las cosas que Jesús menciona. Parece que estas personas justas ni siquiera se dieron cuenta de que estaban prestando un servicio; sencillamente servían porque era su naturaleza hacerlo. Lo mismo es cierto respecto a nosotros: antes d’ que podamos brindar a los demás los tesoros del amor y la gracia de Dios, primero debemos llenar-nos de ellos hasta rebosar.
PARA COMENTAR
¿Por qué razón te resulta difícil servir a los demás?
¿Cómo te ha transformado el privilegio de conocer a Dios?
¿Has notado que existe un vínculo entre tu relación con Jesús y la forma en que te relacionas con los demás?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2019. 3er trimestre 2019 “Servir a los necesitados” Lección 8: «Mis hermanos más pequeños» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo