Las doce puertas eran doce perlas, y cada puerta estaba hecha de una sola perla.La calle principal de la ciudad era de oro puro, como cristal transparente.
Apocalipsis 21: 21, NVI.
Durante un viaje familiar a California pasamos por un lugar cerca de Placerville, para visitar una mina de oro. En la segunda mitad del siglo XIX, los Estados Unidos experimentaron una fiebre del oro que atrajo a miles de personas al Oeste para «hacerse ricos». Salían. informes de California acerca de personas que supuestamente encontraban oro ¡tirado en el suelo! Se escuchaban historias de personas que habían ido a California, habían ido a un lugar en las colinas con una cubeta y habían encontrado oro en el arroyo.
En aquella época, todo el mundo estaba obsesionado con encontrar oro; muchos arriesgaron todo lo que tenían por una oportunidad de encontrarlo. Para muchos, la historia no terminó bien. Mi visita a la mina de oro fue un recordatorio de lo desesperada que estaba la gente por encontrar esas pequeñas rocas doradas. Luego de obtener nuestras entradas, seguimos un camino hasta la boca de una cueva. Se había construido una gran puerta de madera para restringir el paso, pero ahora estaba abierta para que los turistas entraran y visitaran. Era un recorrido libre, así que pudimos explorar la mina a nuestro ritmo. Entramos y caminamos por un pasillo de unos 100 metros [350 pies] de largo que había sido excavado en la roca sólida. A lo largo del techo había luces que ayudaban a las personas a ver mientras se adentraban más y más en la mina. En cierto punto se podían ver los restos de las antiguas vías y los vagones que transportaron toneladas y toneladas de roca fuera de la cueva para ver si contenía oro.
La Biblia dice que en la Nueva Jerusalén las calles serán de oro. Una vez escuché un chiste sobre un hombre que amaba tanto su oro que quería llevar una valija llena de oro al cielo. Cuando llegó a las puertas del cielo, ¡el ángel no entendía por qué quería traer su propio pavimento! No permitas que te atrape el amor al oro o la plata.
¡La verdadera felicidad se encuentra en amar a Dios y obedecer sus mandamientos, no en ser ricos, por más que la gente tenga fiebre de riquezas!