Muchos que emigran a los Estados Unidos vienen con una cosa en la mente: «Alcanzar el sueño americano». Desean trabajar arduamente para obtener una buena educación y un trabajo bien remunerado, formar una familia, comprar una casa, un automóvil y otros artículos básicos que les aporten un sentido de haber logrado algo. No hay nada de malo en querer mejorar el estilo de vida, o en obtener productos que tu familia pueda disfrutar. Sin embargo, muchas veces «el sueño» se convierte en el centro de nuestra atención, lo que a su vez se transforma en nuestra razón de vivir. Muchas veces llega a ocupar el lugar que Dios debería tener en nuestras vidas. Por tanto, a menudo tomamos decisiones basadas en acercarnos a ese sueño en lugar de acercarnos a Dios.
Perder de vista el cielo cambiará nuestras vidas, así como el motivo por el cual vivimos. Esa actitud nos llevará a enfocarnos en nosotros mismos. Nos volveremos egocéntricos, al punto de que los demás carecerán de importancia y nuestros deseos superarán las necesidades de ellos. Eso es exactamente lo que quiere el diablo. Él desea desviar nuestra atención de lo que Dios nos ha llamado a hacer: servir y ser una bendición para los demás. En lugar de crecer y parecernos más a Cristo, haremos lo contrario.
Mateo 19: 16-22 habla de un joven gobernante que había sido bendecido con muchas posesiones. No solo era rico, sino que también era una persona respetable. Sin embargo, su riqueza era el centro de su vida; era un dios que estaba por encima del verdadero Dios. Jesús le dijo a aquel joven que dejara de enfocarse en su «sueño americano» y que empezara a usar sus talentos con el fin de ser una bendición para los demás. Tristemente, el joven no amaba a su prójimo como a sí mismo.
Al reflexionar sobre la vida de Jesús, observamos evidencias de que se centró en ayudar a los demás y en ser una bendición para ellos. Siempre cuidó de las necesidades ajenas, tanto las físicas como las espirituales, que son más importantes. Jesús estaba más interesado en satisfacer las necesidades de la gente que en obtener un tín1lo, ganar dinero, o tener posesiones y bienes. Se enfocó en su misión y no se desvió de ella.
Contemplemos el panorama más amplío de la vida y meditemos en las cosas que realmente importan. Dios nos ha bendecido de muchas maneras. Seamos una bendición para los demás al enfocarnos en las personas y no en las cosas temporales. «Por lo tanto, pongamos toda atención en el reino de los cielos y en lo que es justo ante Dios y recibiremos también codas estas cosas» (Mat. 6: 33).
Ojalá que nuestros tesoros estén en el cielo en lugar de estar en las cosas terrenales.
PARA COMENTAR
1. ¿Está tu «sueño americano» interponiéndose para que no seas una bendición para los demás?
2. ¿Cuáles son algunas de las cosas que podemos atesorar en el cielo? ¿Cómo se reflejaría eso en nuestras vidas diarias?
3. ¿Cómo podemos recordar que debemos usar nuestros dones de tal manera que sean una bendición para los demás?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2019. 3er trimestre 2019 “Servir a los necesitados” Lección 2: «Modelo para un mundo mejor» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo