Y a pesar de todo, oh Señor, eres nuestro Padre; nosotros somos el barro y tú, el alfarero. Todos somos formados por tu mano. Isaías 64: 8, NTV.
Me encanta el verano. Los chicos no tienen escuela, y prácticamente todos los fines de semana vamos a la playa. Pero espera un momento. Tú sabes que vivo en Míchigan, ¡a casi 1.600 kilómetros [1.000 millas] del mar! ¿Cómo que vamos a la playa casi todos los fines de semana? Pues porque vivo a unos diez minutos del Lago Míchigan, donde hay algunas de las playas más lindas de los Estados Unidos, con kilómetros de arena fina, dunas y hermosos faros. Unos amigos me dijeron que esas no son playas, pero consulté una enciclopedia, y confirmé que una «playa» es la orilla arenosa de un océano, mar, río o lago.
Hay una playa en especial a la que vamos casi todos los fines de semana, llamada Warren Dunes. Llevamos nuestras sillas, sombrillas, un toldo y bocadillos sabrosos. Detrás de la playa hay una enorme duna de 73 metros [240 pies] de altura que es de lo más divertida para trepar y bajar corriendo. Muy cerca de la playa hay un arroyo que corre por en medio del parque y desemboca en el Lago Míchigan. El arroyo ondula hacia el interior por un barranco poco profundo hasta llegar a lo que se conoce localmente como «los hoyos de arcilla»: capas de barro en las paredes del barranco. A la gente le encanta ir a ese lugar y tomar puñados de barro para crear formas divertidas o simplemente para frotárselo por el rostro y el cuerpo e ir después al agua a quitárselo. Es divertidísimo.
El versículo de hoy contiene mi mención bíblica preferida sobre el barro. Dice que todos somos obras maestras de Dios; nosotros somos como barro y Dios es el alfarero que nos va moldeando cuidadosamente hasta que adquirimos la forma que desea ver en nosotros.
La próxima vez que hagas algún objeto de barro, masilla o incluso de Lego, piensa en Dios, quien te creó y te ama.