Hemos estado aprendiendo que Dios nos ha asignado la responsabilidad de ayudar a los demás. En realidad, siendo francos, diríamos que a la vista de Dios podría considerarse como algo pecaminoso descuidar a aquellos a los que tenemos el privilegio de alcanzar. De hecho, podríamos mencionar la parábola del hombre rico y Lázaro (Luc. 16: 19-31). El pueblo de Dios, representado por el hombre rico, descuidó su ministerio hacia los necesitados, que estaban representados por Lázaro. En la parábola, después de que ambos personajes murieron, el hombre rico se perdió como resultado de su negligencia; mientras que Lázaro se salvó.
Para algunos de nosotros la idea de ayudar a los necesitados no parece tarea fácil. Cuando pensamos en el ministerio de Jesús, pensamos que ayudar a los demás era algo natural para él. Él sirvió desinteresadamente a todo el que pudiera beneficiarse de sus palabras, o del toque de vida que prodigaba. A Jesús lo llamamos el gran Médico, un título que vale la pena tener en cuenta mientras reflexionamos respecto a las formas prácticas en que podríamos alcanzar a los necesitados. Como el mayor Médico de todas las edades, Jesucristo hizo lo siguiente:
Sirvió por amor. A la luz de la parábola, es fácil para nosotros obedecer a Dios por temor a perdernos la salvación o desagradarlo. Pero ciertamente esa no fue la intención de Dios al compartir la parábola, o al recordarnos que debemos ayudar a los demás. De hecho, Pablo nos dice en 1 Corintios 13: 1-3 que el amor debe motivar todo lo que hacemos. Por tanto, debemos primeramente pedirle a Dios un corazón que pueda amar a los demás, corno lo hace él, que es la fuente del amor (Rom. 5: 5). Sentir amor por las almas no solo hace que nuestro servicio sea aceptable, sino que también lo hará mucho más fácil.
Identificaba el problema. Antes de emitir un diagnóstico, todo médico conocedor y experimentado evaluará el problema del paciente en forma cuidadosa. ¿Desearía alguien ser tratado por un médico que hace diagnósticos a ciegas? Por tanto, es importante hacer uso de nuestros oídos y escuchar a los demás cuando hablan, de forma que podamos estar conscientes de sus necesidades (Prov. 18: 13).
Oró pidiendo sabiduría y poder. Jesús nos dio ejemplo de la importancia de la oración antes de prestar un servicio (Mar. 1: 32-35). Cada día, antes de presentarse ante las multitudes de necesitados, oraba pidiendo la sabiduría y el poder divinos. Las palabras y el ejemplo de los apóstoles respecto a orar por ambas virtudes, nos sirven de aliento (Hech. 1: 8; 2: 1-4; Sant. 1: 5).
Obedeció. Después de orar, seria apropiado escuchar las instrucciones de Dios respecto al servicio y a obedecer. Cuando nos aferramos a la voz de la verdad, el Espíritu Santo puede obrar poderosamente a través de nosotros para el bien de los necesitados (Hech. 5: 32).
PARA COMENTAR
1. ¿Quién es «Lázaro» en tu vida?
2. ¿Qué agregarías o cambiarías en los cuatro pasos prácticos enumerados anteriormente?
3. Si ya ayudas a los necesitados, ¿qué es lo que te motiva a hacerlo?
Lección de Escuela Sabática Para Jóvenes Universitarios 2019. 3er trimestre 2019 “Servir a los necesitados” Lección 5: «El clamor de los prfetas» Colaboradores: Israel Esparza & Misael Morillo