Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas. Proverbios 31:10.
Esta mañana tengo dos preguntas para ti. La primera es: ¿Te han invitado a alguna una fiesta y te has rehusado a asistir? Y la segunda: ¿Alguna vez has intentado comer durante varias horas hasta más no poder?
Hace tiempo fuimos invitados a una fiesta de bodas. Una amiga se casó, y como es costumbre en esas ocasiones, después de la ceremonia nupcial vino la celebración; pero esta fue singular. Después de la ceremonia religiosa nos trasladamos al lugar del banquete. Afuera había abundante comida disponible para los invitados mientras entrábamos en el salón. Eran como las tres de la tarde y el desayuno de las siete hacía mucho que había desaparecido. El primero que se dispuso a comer fue mi esposo. Nuestra hija y yo nos unimos a él con prudencia. Pronto las puertas del salón se abrieron y la fiesta inició. Hubo música, danza, y una cantidad de comida como nunca habíamos visto antes en una boda. Los manjares exquisitos se sucedieron uno tras otro. Fueron cinco horas de sufrimiento por no poder comer aquello tan delicioso. ¡Nos habíamos llenado con los aperitivos antes que se iniciara la celebración!
Todavía reímos al recordar ese festín de bodas. Me recuerda a la fiesta organizada por el rey Asuero, solo que según la Biblia esa fiesta duró seis meses y siete días. Durante seis meses la comida, el vino y el entretenimiento fueron abundantes, y los siete días de clausura fueron otra gran festividad aún mayor.
Pocas historias de la Biblia conjugan tantos elementos en tan pocas palabras: gula, orgullo, presunción, ira, belleza, familia, modestia, realeza, infelicidad y virtud.
A esta magna clausura fue invitada la reina Vasti, cuya historia nos habla entre líneas de una mujer que lo tenía todo y de pronto se quedó con las manos vacías a la vista de un imperio. Pero al observar con el lente de la moral, advertimos que la reina se quedó con lo más valioso que una mujer pueda tener: su dignidad.
La bella fue invitada a la fiesta, pero se rehusó a asistir. Su decisión le costó la corona. Amiga, acompáñame a reflexionar durante algunos días en la vida de una mujer virtuosa en medio de una nación pagana. —SS