Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores. 1 Timoteo 6: 10, NVI.
Cuando se enteran de lo mucho que viajo, la gente a menudo me pregunta si soy rico. Puedo decirte con toda seguridad que no soy rico en absoluto. En la universidad descubrí los trucos para viajar con un presupuesto muy limitado. Decidí desde el comienzo que estaría dispuesto a viajar en condiciones para nada lujosas con tal de ver tanto mundo como pudiera.
Poco después de casarnos, mi esposa y yo decidimos viajar a la Península de Yucatán, en México. Por ir en temporada baja, pudimos encontrar boletos de avión extremadamente baratos a Cancún. En el aeropuerto subimos a un autobús que nos llevó al centro de la ciudad y encontramos un hotel barato en el que la mayoría ni siquiera se atrevería a quedarse. Era un poco rústico, incluso para nosotros, ya que no tenía aire acondicionado y el baño se encontraba al final del pasillo.
El primer día pagamos menos de un dólar para ir en autobús hasta una playa cercana. Al día siguiente fuimos a la estación de autobuses para ver cuán lejos nos podría llevar un autobús local. Resultó ser que uno de ellos recorría un trayecto de varias horas hasta cerca de Chichén Itzá. Solo costaba unos pocos dólares, así que lo tomamos.
Viajar con los lugareños era divertido, y conocimos personas interesantes en el camino. Llegamos a Chichén Itzá, donde se encuentra uno de los principales sitios arqueológicos de la cultura maya, y pasamos el día viendo pirámides y edificios antiguos. El lugar es tan grande que pasamos horas y horas caminando, trepando aquí y allá y entrando a estructuras que tenían más de mil años de antigüedad. Experimentamos una aventura maravillosa juntos, aunque gastamos muy poco dinero en ese viaje.
Ten cuidado de que lo que te impulse no sea el amor al dinero. Es cierto que necesitamos dinero para vivir, pero no permitas que sea el centro de tu vida.
En lugar de eso, permite que tu vida con Dios sea la aventura máxima, porque eso te dará la verdadera felicidad, cosa que el dinero sencillamente no puede comprar.