Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Salmo 42:1.
A David se le habían venido los años encima, y con ellos se habían ido muchas preocupaciones. Ya como rey establecido de Israel luego de sus conquistas, parecía que podía esperar tiempos tranquilos. Pero la vida no da respiro. Absalón, su propio hijo, se convirtió en su peor enemigo: quería matar a su padre para quedarse con el poder. Así que, en este salmo encontramos a David huyendo al desierto como fugitivo (ver Ed 149), porque no quería enfrentar y matar a su amado Absalón.
En esa crisis profunda, el rey poeta atravesó el torrente de Cedrón (un riachuelo casi seco en estación veraniega), y se expresó mediante la imagen de un ciervo anhelante de las escasas corrientes de agua en zonas montañosas.
David sabía que los ciervos bramaban por agua. Es decir, gemían desde sus entrañas. Sus gemidos salían desde lo más profundo de su interior. Un ciervo bramaba por agua no solo porque tenía sed, sino porque su vida corría peligro. En zonas montañosas, los lobos, los linces y las hienas son los peores enemigos de los ciervos. Y, como los ciervos exudan un aroma que atrae a los depredadores, buscan corrientes de aguas profundas donde hundir su cuerpo, a fin de que el sudor no les deje huellas a las fieras.
Así como el ciervo tiene dos enemigos, uno externo —lobos y leones— y otro interno —el sudor, que alerta a los depredadores—, nosotros también tenemos dos enemigos: «Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 Ped. 5:8); y exudamos «olor de muerte para muerte» (ver 2 Cor. 2:16).
David bramaba como el ciervo por las corrientes de las aguas, porque solo las corrientes cristalinas de las aguas del Espíritu de Dios podían saciar su sed espiritual, protegerlo de sus enemigos y darle fuerzas para luchar.
Tú eres presa fácil del enemigo, y tu vida depende de la única Fuente que puede limpiarte por dentro y por fuera.
La oración sincera y profunda vierte gotas del Agua de Dios diariamente en el alma, llena la copa de la vida con poder y gracia, y satisface la sed de eternidad de todo corazón humano (ver Juan 4:14).
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2019 «Las Oraciones más Poderosas de la Biblia» Por: Ricardo Bentacur Colaboradores: Rosalba Barbosa & Gladys Cedano