«Finalmente te Confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: ‘Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¿y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció». Salmo 32: 5, NTVI
QUERIDA HERMANA: Hay ciertas cosas que debemos confesar solamente a Dios. Si usted ha hecho mal a un hermano o a una hermana, tiene la luz que se da en la Palabra: «Por tanto, si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda» (Mat. 5: 23-24). […]
Si su pecado ha sido contra Dios, no necesita darle publicidad, sino confesarlo a él. A menudo los pobres y débiles mortales actuamos en forma muy desacertada al confesar nuestros pecados a seres humanos. […]
Lea todo el capítulo 18 de Mateo, y encuentre en su instrucción consuelo, valor y esperanza. Siga adelante por fe. Concentre su esfuerzo en ello. Le aconsejo presentar su caso al del Señor Jesús en oración. Crea que él la escucha, y que cuando confiesa sus pecados, se arrepiente y camina humildemente delante de Dios, él la perdona. Actúe como alguien a quien el Señor ha disciplinado a fin de purificarla y salvarla. […]
Nunca renuncie a su fe ni a su confianza en Dios. Aférrese a las promesas divinas. No confíe en sus sentimientos, sino en la Palabra de Dios. Crea en las declaraciones del Señor. Aférrese del claro «así dice el Señor», y descanse en él, sin dejarse llevar por indicativos puramente emocionales. La fe no siempre está acompañada de un estado emocional de arrobamiento, pero sí va acompañada de esperanza en Dios. Confíe plenamente en él. […]
Mi hermana, confíe en el Señor como un niñito confía en su padre terrenal. Aférrese del Salvador. No permita que nada la separe de Dios. «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3: 16). Pida bendiciones; espere bendiciones; aguárdelas constantemente. Véalas, reconózcalas, y no se lamente; no se irrite. No culpe a Dios, sino diga: «Señor, creo, aunque soy pecadora y porque soy pecadora, creo en ti con todo mi corazón. Tú eres la verdad y acepto tu Palabra».
¿En qué consiste la religión? Es la conformidad del ser entero a la voluntad de Dios. Cristo dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Luc. 9: 23).
Lo que usted necesita es creer inteligentemente en la Palabra de Dios, que ha de ser nuestra regla de conducta. Usted no puede seguir en la incertidumbre preguntándose: «¿Qué debo hacer?». Para usted la cuestión primordial es: «¿Qué debo creer?». Creer lo correcto nos lleva a hacer lo correcto. Cristo dio su vida para hacer posible que usted llegue a «tener parte en la naturaleza divina» (2 Ped. 1: 4, NVI). Recuerde que Dios bendecirá a todos los que pongan su confianza en él. Su hermana, Elena G. de White.—Carta 159, 11 de junio de 1905, dirigida a una desalentada hermana de iglesia.