Las relaciones personales son uno de los más extraordinarios dones con los que Dios ha bendecido a los seres humanos. La relación matrimonial, en particular, es la más íntima de todas (Gen. 2: 21-25). Que dos seres puedan convertirse en uno es un concepto incomprensible. Es un gran misterio cómo tanto el esposo como la esposa pueden mantener su individualidad sin obstaculizar la unidad establecida a través de la consagración del matrimonio. Lamentablemente, el matrimonio ha sido demasiado distorsionado por el cine y la literatura, hasta tal punto que muchos ya no analizan con precaución el carácter de la persona con la que se van a unir durante toda una vida. En lugar de preguntarles «¿Cuándo te vas a casar?», deberíamos dedicar más tiempo a orar por nuestros jóvenes. «De su matrimonio depende para muchos hombres y mujeres el éxito o el fracaso en esta vida, así como sus esperanzas para la vida futura».’
Dios también quiere experimentar una intimidad espiritual con su pueblo.
A pesar de las dificultades que puedan existir en la relación matrimonial, no hay que temer. La misma será una bendición «siempre que el pacto matrimonial sea sellado con inteligencia, en el temor de Dios, y con la debida consideración de sus responsabilidades».2 El vínculo especial entre marido y mujer se puede concretar firmemente a través de su experiencia sexual (Cant. 8: 4). La Biblia usa las imágenes de la naturaleza para presentar una versión no apta para menores de las hazañas sexuales de la novia Sulamita y de su amado, que se cree es el rey Salomón.
De hecho, a lo largo de las Escrituras, Dios compara su relación con su pueblo con la del pacto matrimonial. El libro de Oseas presenta un claro ejemplo de hasta qué punto Dios está dispuesto a llegar para honrar su pacto con Israel (Ose. 11: 8-9). Es evidente que Dios deseaba una relación que reemplazara las expresiones verbales de compromiso. Dios también quiere experimentar una intimidad espiritual con su pueblo. Del mismo modo, en una relación matrimonial, es esencial que las parejas alcancen la intimidad espiritual (2 Cor. 6: 14; Amós 3: 3). La intimidad espiritual puede desarrollarse orando el uno por el otro, adorando y leyendo juntos la Palabra de Dios.
PARA COMENTAR
¿Cuál es el aspecto más importante que deben considerar aquellos que están pensando en el matrimonio?
¿Es la intimidad espiritual una ventaja para el matrimonio? ¿Por qué, o por qué no?
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