Pues donde tengan ustedes su tesoro, allí estará también su corazón. Lucas 12:34, NVI.
Hace algunos años filmé un video en Bakersfield, California, en el campo petrolero Kern River. El petróleo, también conocido como «crudo» y “oro negro», se forma principalmente de algas y pequeñas criaturas marinas llamadas zooplancton enterradas en capas debajo de la superficie. Los científicos que creen en la evolución piensan que estos seres vivos fueron enterrados allí hace millones de años, pero como yo creo que la Biblia es la Palabra de Dios, sé que cuando veo cosas vivas enterradas en capas debajo de la superficie, probablemente estén relacionadas con el diluvio descrito en Génesis, que desarraigó y enterró todo tipo de seres vivos por todo el planeta. Las capas de tierra fueron depositadas por el agua, así que un gran diluvio que cubriera hasta las montañas más altas encaja perfectamente con lo que vemos hoy en la naturaleza.
En Bakersfield hay un lindo mirador que me permitió ver todo el campo petrolero. Es el quinto campo petrolero más grande de los Estados Unidos, ¡con más de nueve mil pozos!
Luego de terminar allí, fuimos a la costa de California, a Huntington Beach, para filmar. Fuimos a ese lugar porque a eso de un kilómetro y medio de la costa, en el océano, se veían varias plataformas petroleras gigantes. Estaban buscando petróleo debajo del fondo del lecho marino. El petróleo se ha convertido en un recurso muy importante. El 90 por ciento de los vehículos en el mundo utilizan algún tipo de producto derivado del petróleo, y muchos hogares son calentados con petróleo.
Como el petróleo está bajo la tierra, ¡es como un tesoro escondido! La expresión “tesoro” suena muy bien, pero puede ser muy peligroso para nuestra vida espiritual. Nuestro versículo de hoy nos recuerda que nuestro corazón siempre está con las cosas que atesoramos, pero tienes que preguntarte qué son esas cosas. Está bien que nos gusten ciertas cosas, pero no permitas que consuman tu corazón y toda tu atención. Asegúrate de que Dios sea tu tesoro.