No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación. Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá. Salmo 27:9, 10.
De la súplica nace la esperanza.
Este salmo se divide en tres partes: los primeros seis versículos expresan la confianza firme de David en Dios en medio de las amenazas del rey Saúl, que lo buscaba para asesinarlo (l Sam. 22). Los siguientes versículos son súplicas angustiosas en búsqueda de ayuda divina ante el peligro inminente de sus enemigos (Sal. 27:7-12). Y finalmente, el alivio que fluye de la esperanza puesta en Dios (vers. 13, 14).
Entretejido entre súplicas, se eleva el pensamiento de nuestra meditación de hoy: «Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá» (vers. 10). Esa convicción está precedida de la súplica: «No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación» (vers. 9). La oración elevada con el corazón es semilla de esperanza. Solo suplicas con pasión cuando te alienta la esperanza. Así como en el propio dolor yace la fuerza para soportarlo, la esperanza yace en la prueba. ¡Cuánta esperanza puede expresar una súplica!
En el ritual judío moderno, este poema se recita todos los días del sexto mes como preparación para el Año Nuevo y el Día del Perdón. Es un salmo de esperanza. Culmina con un llamamiento fervoroso al corazón humano: «Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová» (vers. 13, 14).
El filósofo alemán Friedrich Nietzsche declaró que «la esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre». Claro que siempre hay algo de sabiduría en una visión escéptica de la vida. Nietzsche era un pesimista; o mejor dicho, un optimista de las fuerzas del hombre, no de Dios.
Tu esperanza es el peor de tus males si nace y se alimenta solo de tus posibilidades humanas, ipero es bendita cuando se funda en Dios! He allí la diferencia.
Si estás en medio del dolor, «aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón». Porque ya has experimentado la paz que solo Dios puede dar en medio de la tormenta.
Oración: Gracias, Señor, porque ti eres mi esperanza.
Tomado de: Lecturas Devocionales para Adultos 2019 «Las Oraciones más Poderosas de la Biblia» Por: Ricardo Bentacur.
Colaboradores: Rosalba Barbosa & Gladys Cedano